viernes, 3 de diciembre de 2010

COMO INTERPRETAR LA REALIDAD



"VIVIR SOLO PUEDE SER UNA OPCIÓN DE VIDA, PERO SOLAMENTE SI GOZAMOS DE UNA BUENA SALUD MENTAL"

Cuántas veces habremos oído la frase: "Tengo miedo a estar solo". Somos seres sociales y necesitamos de los demás para constituirnos a nosotros mismos, no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar nuestra autoestima. Este miedo a la soledad parte de nuestra dependencia infantil, nos sumimos en el temor a ser abandonados hasta que constituimos la presencia del otro en su ausencia. Las personas no sólo existen cuando están, también cuando no están. El gran problema de muchas personas es que se sienten solas porque aniquilan al otro en su fantasía. Decir "estoy solo" es como decir nadie existe, y esa negación es la que nos enferma.
Una vez que el ser humano se da cuenta de su finitud, de que su existencia está encaminada a este acontecimiento, nace la preocupación por el ser. Es la muerte la que le va a dar verdadero valor a la vida. Son los límites los que nos permiten vivir de una forma saludable. Cuando entendemos que las relaciones también han de tener sus límites amamos con más libertad, pero no todos somos capaces de aceptarlo. Cuando entiendo que el otro es una posesión soy capaz de encerrarlo con tal de no perderlo, ahí no hay amor. El amor es amor a un objeto, hace del otro un objeto, con lo cual entra en juego el régimen de propiedad, hace individualistas, mientras que el deseo no desea objetos sino que desea deseos, hace sujetos deseantes, sujetos que saben que la soledad no existe: o se vive entre otros o se vive entre fantasmas.

Las sociedades modernas, a pesar de los avances técnicos, fomentan el aislamiento y falta de comunicación. Nos han educado en el consumismo sin límites, pero no nos han enseñado a relacionarnos con otras personas. Nadie nos dijo que comprometerse con otros es lo que genera autoestima y bienestar, que elegir nuestros compromisos es el mayor grado de libertad. Somos caldo de cultivo para el egoísmo y la envidia. Amamos al otro para utilizarlo en la satisfacción de nuestras necesidades, para no estar solos, pero no hemos aprendido a conocer al otro en su verdadera dimensión. Cuando amamos por necesidad es cuando vivimos con miedo a ser abandonados. Podríamos preguntarnos por qué tantas parejas que ya no se aman, aun así, siguen viviendo juntos. Es clara la respuesta, por miedo a la soledad. No saber arreglárselas con la propia soledad se convierte en un problema para vivir, acabas viviendo con cualquiera.

En muchas ocasiones hay un temor previo, el temor a arriesgarse, a dar y no recibir, tememos equivocarnos y por ese motivo no emprendemos nuevos proyectos y relaciones. Pero como dice el poeta Miguel Oscar Menassa, "en las relaciones intersubjetivas, lo único que se arriesga es un poco de seguridad y un poco de dinero; el resto, ganancia, todo humano". Hay que arriesgarse a ganar. Las relaciones sociales no se buscan, se encuentran en el camino del trabajo, de las aficiones, de los compromisos. Cuando alguien que se siente solo me pregunta cómo puede hacer amigos, siempre le digo que los amigos se encuentran indirectamente. No hay edad para las relaciones sociales, seamos jóvenes o mayores todos necesitamos de otras personas para sentirnos vivos y si algo te impide estar con otros, acércate a ellos a través de los libros, la televisión, el teléfono, internet.

También están esas otras personas que lloran por las esquinas porque se sienten solos, ¿no será que no saben amar? Hay que aprender a amarse para luego amar a los otros. El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.

Se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo. Estar solo es un hecho común para todos, no siempre estamos acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y suele ser muy constructiva. Sentirse solos es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía, en ocasiones no nos sentimos a gusto con las personas que nos rodean. El sentimiento de soledad tiene que ver con no haber forjado una escucha o haber perdido una escucha. A veces este sentimiento acontece ante una separación o ante la pérdida de un ser querido, quién no ha vivido una situación como esta a lo largo de su vida. Cuando uno se encuentra bien, no importa llegar a casa y estar solo, porque nos sentimos acompañados de todas nuestras relaciones y compromisos. Vivir solo puede ser una buena opción de vida, pero no puede resultar si no gozamos de unas buenas relaciones sociales, si no gozamos de una buena salud social.

La cultura nos permite no sentirnos solos jamás. Es cuando sólo nos escuchamos a nosotros mismos que entramos en ese vacío de la soledad. Cuando abrimos un libro, escuchamos a otros; otras vidas laten conmigo, es imposible sentirse solo.

HELENA TRUJILLO LUQUE

domingo, 14 de noviembre de 2010

PSICOANALISIS Y LITERATURA

Apuntes psicoanalíticos sobre Osiris Rodríguez Castillos,
en base a su poema “Canción para decir adiós”
Hamid Nazabay


En muchísimas oportunidades el psicoanálisis realiza su aplicación fuera del ámbito terapéutico. En uno de los campos, que ha encontrado, de donde sacar partido para sus teorizaciones, es el artístico, tomando como base la obra en sí misma para expandirse hacia el sujeto creador de la misma. Y este es un punto fuertemente criticado por distintos sectores, puesto que, en casi todos los casos, se estaría incurriendo en una práctica psicoanalítica sin la confrontación asociativa parlante -ante las interpretaciones analíticas-, de dicho sujeto creador. Es verdad, pero también es verdad que no se pretende más que aventurarse en una óptica biografiante, o de confrontación y/o convalidación conceptual de acuerdo al saber psicoanalítico. La obra habla por el sujeto que la crea, o mejor dicho habla al sujeto, que para alteridad absoluta crea.

Ahora bien en psicoanálisis cuando hablamos de arte, ciencia, en definitiva de producción cultural, se evoca el concepto de sublimación, esa suerte de transmutación libidinal que coloca al sujeto en un funcionamiento productivo de adaptación socio-cultural, moral, podríamos decir. El sujeto creador domeña así sus componentes pulsionales, sus excitaciones internas. Por ello el arte, como producción cultural, está ligado a otro concepto psicoanalítico, la elaboración psíquica. El artista con dicha elaboración dominaría esas excitaciones que de otro modo provocarían otros efectos (síntomas). Según Laplanche y Pontalis (Ver: Elaboración psíquica) este trabajo elaborativo “…consiste en integrar las excitaciones y establecer entre ellas conexiones asociativas…”. Freud comenta al respeto (Introducción del narcisismo, p. 82), que con la elaboración, en esa integración y reconexión asociativa, se estaría logrando el desvío interno de las excitaciones, que no podrían descargarse directamente en el exterior; las excitaciones deben cernirse antes, la obra artística es (a grandes rasgos), entonces, como producto exterior, materia cernida de lo pulsional.

Así, el creador se pone en contacto con su inconsciente, aunque dicho contacto muchas veces sea también inconsciente. Por ello se ha evocado al arte como una variante del autoanálisis, en la medida en que el artista elabora (o reelabora) su acontecer inconsciente. Dicho autoanálisis es, de alguna manera, profilaxis psíquica e higiene mental, no en vano muchas vertientes han tomado la expresión artística como terapia psicológica.

Ahora bien, hemos tomado la figura de Osiris Rodríguez Castillos (1925-1996), no sólo por la admiración que sentimos por él, sino porque lo consideramos uno de nuestros mayores poetas y compositores, además de haber desplegado arte en otras expresiones como la escultura, el dibujo, la artesanía, la guasquería, la luthería. Vivió artísticamente, abocado al rescate de un insondable reservorio cultural, que se ha dejado de lado; su búsqueda fue la de la identidad, su identidad… que es la nuestra.

Tomamos un significativo poema, autobiográfico, podríamos decir, pero que evoca un itinerario común a todos, la separación del arraigo primigenio, constante inalterable en su poesía, y en la dimensión subjetiva colectiva. Es que en esto común a todos esta la convocancia de la poesía, la que nos muestra la inasibilidad de lo aparente como de lo profundo, ¿será por esto que cada vez se lee menos poesía? ¿existe un miedo a ella?, probablemente. Al inconsciente también se le teme.

La Canción para decir adiós que nos brinda Osiris se encuentra en su segundo poemario editado en 1963, titulado Cantos del Norte y del Sur, y la reproducimos a continuación, en su totalidad, para trabajar después sobre ella:



CANCIÓN PARA DECIR ADIÓS



Ya es la hora:

No puedo,

ni quedarme a tu lado…

ni llevarte conmigo.



Sé que más fácil, para ti, quedarte

-pañuelo en el umbral atardecido,

monograma de lágrimas apenas

donde se empañan el ángulo de tu vidrio-

Es tu oficio quedarte,

y partir…es mi oficio.



Desde siempre fue así.

Tú esperas algo

que alguna vez te entregará el camino.

Yo…peregrino coronando lamas

-para ver qué hay detrás-

y, el peregrino

jamás ha de quedarse porque quiera.



Algo tiene que atarlo hasta el olvido

del sueño imponderable que lo lleva

para saber al fin, que su destino

era hallar…ese nombre; esa sonrisa;

ese pequeño gesto; ese suspiro!



Si fueras tú, yo sé que si tú fueras,

sobre tu seno tibio

reclinada la sien, me quedaría

fatigado y tranquilo,

consolado y seguro

…como cuando de chico.



A un solo gesto tuyo, olvidaría

que es hora de partir…y yo no olvido.

Sé muy bien que es la hora, y que no puedo

ni quedarme a tu lado

…ni llevarte conmigo.



Podrías detenerme si se que fueras

y aquí, por fin, mi asilo,

asomado a tus ojos quedaría

como un sauce a un remanso pensativo…



Pero no puedes, lumbre.

Pero no puedes sitio.

Pero no puedes, techo,

lecho, aguja, dedal, lámpara, vino,

mujer!

Tu no consigues

detenerme…y prosigo.



De nuevo me reclaman

lejanos horizontes desvalidos…



Porque aprendí del agua

mi canto y mi destino,

he de ser como el agua;

y he de andar mal herido,

desflechando en zarzales,

despeñado en abismos,

dudando entre ser nube,

lluvia, lágrima, río…

u hombre; tan desolado!

hombre; tan dolorido!



Hombre. Tan sin respuesta

para el Fin y el Principio!



Podrías detenerme si es que fueras…

Y aquí, por fin, mi asilo,

asomado a tus ojos quedaría

como un sauce a un remanso pensativo.



Pero sé que no puedes…

-Aunque a veces me digo

que ese pequeño gesto de ternura

pudiera ser el sueño que persigo…-



Mujer…

Si yo pudiera

ser como era al principio…



Entonces,

demoraba los pasos, sorprendido

por la curva de un vuelo,

por el canto de un nido,

por la estrella de un charco,

por el pulso de un grillo…

Si hasta una flor, entonces,

me cerraba el camino!



Pero ahora….

No puedo.

Me alejo de tus labios, como un grito.

Me arranco de tu tierra, como un árbol

y me voy de tus ojos, y te digo:

-mi juventud perdóname, no puedo…

ni quedarme a tu lado, no llevarte conmigo.-

Decir adiós

Esta Canción relata poéticamente la separación que hace Osiris del lecho materno, algo que marcó su vida tempranamente, ya que se ausentó de su hogar con solo 14 años. En ningún momento se alude en el poema que este esté dirigido a su madre, no la nombra como tal, elemento que es significativo, pero refiere con significantes como lumbre, sitio, techo, lecho, aguja, dedal, mujer, etc. que aluden a elementos maternos.

A través del poema elabora esa situación (pasada) que resulta signante en el sujeto, la fase edípica. La separación del lecho materno es necesaria, y el destino se lo exige (…Porque aprendí del agua / mi canto y mi destino…). Del Río Yí al que amaba aprendió todo -según él- y ello queda patente en casi toda su poesía, pero ese destino está ligado a la signación paterna, como abordaremos después. Con esta canción elabora la dolorosa (para él y para su madre) separación, el poema cumple la eficacia simbólica (Levi-Strauss) y es funcional para tramitar la conflictiva. En lo simbólico del poema está la eficacia que posibilita la elaboración. Comentaba Levi-Strauss, para referirse a la eficacia simbólica, como en organizaciones tribales, ante la enfermedad de alguno de sus miembros, el resto de la tribu dramatizaba la enfermedad y la curación, y ello hacía eco en el organismo del afectado y este sanaba. El poema cumple la misma funcionalidad.

Dicho texto se conecta con los tópicos más relevantes de la obra de Osiris: las partidas, las despedidas, las llegadas, los encuentros y desencuentros, las ausencias; en definitiva, el desarraigo y la ominosa necesidad de este, y el deseo de arraigo: necesidad de desarraigo para volver a arraigarse. Ante la necesidad de desprendimiento y la dificultad del mismo, Osiris da cuenta de una exigencia interior que le exige, valga la redundancia, la partida (“Ya es la hora: No puedo, / ni quedarme a tu lado… ni llevarte conmigo”), y lo resuelve evocando la tradición, el mandato social (“Es tu oficio quedarte, / y partir… es mi oficio. / Desde siempre fue así”). Vemos aquí esa exigencia, que es la del Super-yó, este, como “abogado” del Ello, puesto que este último lo impulsa a quedarse (“Podrías detenerme si es que fueras / y aquí, por fin, mi asilo, / asomado a tus ojos quedaría…). Este deseo de quedarse no surge sólo del sujeto de enunciación, si no también del deseo materno como una proyección del deseo del otro, es el deseo de la madre proyectado en el sujeto que lo enuncia como su propio deseo.

Dicha exigencia superyoica no es azarosa, sino que esta determinada, como Freud ha sentenciado, puesto que el Super-yó es el heredero del Complejo de Edipo. El Super-yó se con-forma, entre otras cosas, de la exigencia paterna que es introyectada en el yo. En Osiris se marca superyoicamente el deber de partir como un oficio al que no se puede no cumplir, por ser el deber del hijo. Y ante el deber de la partida encontramos una madre que llora (“…monograma de lágrimas…”) por la retroacción de la falta que acaecerá en ella, resignificándose. Esta falta fenomenológica es, en su correspondiente simbólico, la falta fálica (Lacan) como significante. Algo que Osiris, como hijo, decodifica en la demanda materna cuando le dice que su oficio es quedarse, pero que ella espera algo que alguna ver le entregará el camino, ese “algo” es el significante falo.

Osiris manifiesta que si ella fuera lo que él busca se quedaría como cuando de niño, pero la “abogacía” del Super-yó le indica la partida (y la retroactivada amenaza de castración). Enuncia saber que quedarse no es su destino (“Se muy bien que es la hora…”). Este saber está apoyado en el Super-yó y en el Ideal del yo (“… el peregrino jamás ha de quedarse porque quiera…”). Esta partida dolorosa pero tentadora a la vez promete obtener lo mismo que su padre y reencontrar al objeto amoroso, reencontrar el arraigo. Por eso habla de que lo llama un “sueño antiguo”, enunciando su deseo.

Si bien Osiris a lo largo de el poema enuncia su partir y el quedar de la madre, la parte final del texto es de las más intensas y ya se vivencia el duelo por la pérdida (“Me arranco de tu tierra, como un árbol / y me voy de tus ojos…), y el sentimiento de culpa (“… mi juventud perdóname, no puedo… / ni quedarme a tu lado, ni llevarte conmigo.”).

Herencia

Es interesante ver el buen reracionamiento que Osiris tenía con ambas figuras parentales. Con su padre, por ejemplo, estaba identificado por las condiciones intelectuales y musicales de éste. Osiris comenta en algunas entrevistas la cultura de su padre, la sabiduría, cosa que el hereda, y reproduce en su obra, mostrando ser un virtuoso y erudito en diversas facetas, como músico, compositor y poeta. Siempre fue apoyado por ellos, al vez que exigido, sobre todo por su padre y en cuanto a los estudios musicales, lo que habría constituido en el una referencia, a través de la figura paterna, y la consiguiente exigencia, por introyección, de una parte importante y nuclear de su Ideal de yo.

A pesar de este buen reracionamiento, este padre impuso discursivamente el deber de partida en Osiris. Al decir “...partir es mi oficio…” esta enmarcando el discurso paterno que sin duda le aconsejaría: “partir es tu oficio”, para su desarrollo personal y cultural. Antes de la partida descrita en el poema, Osiris ya había tenido algunos ensayos, por ejemplo, realizó el servicio militar de forma voluntaria con sólo 14 años, y tiempo después marchó hacia la frontera norte a trabajar y recorrer toda esa zona, también estuvo en Argentina. Comentaba que aunque lo apoyaban en sus partidas, lo quisieron retener. Es aquí donde está la retención materna que queda explícita en el poema, y la confianza paterna sobre su partida, confianza como legado y como ley. La impartición de esta confianza-autoridad no estuvo explícitamente conciente, pero si la encontramos a nivel simbólico.

Ahondando más en las actitudes de los padres hacia los hijos, como venimos viendo para el caso concreto, Freud señala en “Introducción al Narcisismo”, que el cariño y el amor dispensado por los padres es una reviviscencia de su propio narcisismo originario, ya perdido y ahora proyectado en el hijo, pero esto será un punto importante en el Ideal del yo, puesto que ese amor, como proyección del narcisismo originario, también marca un deber de ser. En Osiris esto reviste particular importancia, en relación con el Ideal del yo, y lo que esto tiene vinculado con su obra. Osiris se sentía exigido a la perfección y comentó alguna vez que esta se debía buscar aún sabiendo que no se encontraría. Pero no siempre el artista logra complacer su Ideal del yo, esto lleva a una reelaboración constante, a la búsqueda de que el Yo coincida en algo con el Ideal del yo. Tal como Freud comenta en “Psicología de las masas…” (p.124): “… se produce una sensación de triunfo cuando en el yo algo coincide con el ideal del yo”. Pero también, como este mismo comenta “…se ama a lo que posee el mérito que falta al yo para alcanzar el ideal…” (Introducción al Narcisismo, p. 97), y en este sentido Osiris lo deja testimoniado en otro de sus poemas (“Elogio de la soledad”) cuando dice “…Cuando hallaré el consuelo / de un puñadito de soledad, / que sumada a la mía / se vuelva dicha, copla… y cantar…”. Busca alguien (un puñadito de soledad) como él que sume su soledad para conformar la dicha. Un elemento interesante es que su última compañera, en su exilio español, se llamaba, justamente -como menciona el poema-, Consuelo. Finalmente halló ese consuelo, que se transformó en dicha, pero esta persona falleció tiempo después, algo que sumió a Osiris en depresión, y lo alejó de sus actividades culturales.

El nombre

Un elemento significativo, y evidentemente signante en la lógica del significante, es el nombramiento con que los padres nominan a un hijo. En el caso de Osiris comprobamos a simple vista que este tiene nombre de dios, el dios egipcio de mayor importancia en aquella mitología. Evidentemente el padre de Osiris (Genuino Rodríguez), había tenido contacto teórico con dicha cultura, puesto que otros de sus hijos llevaban el nombre de Horus y de Isis. Resulta por demás llamativo que el primer hijo se llamase Horus, que en la mitología es el hijo de Osiris, y su segundo hijo varón lo llamó Osiris. Podría pensarse que si el primer hijo fue llamado como el hijo del dios Osiris, quien se identificaba con este era Genuino Rodríguez. Pero resulta aún más significativo que a su segundo hijo lo llamase con el nombre del padre de su primer descendiente (Horus Rodríguez). Si Genuino se identificó con el dios Osiris (padre de Horus), existe un traspaso del nombre del padre hacia otro de sus hijos, otorgándole, por proyección, el significante del nombre del padre. Esto, como hemos venido diciendo, es un punto más de conexión en el Ideal del yo y el Narcisismo en Osiris (Rodríguez Castillos), por portar el nombre de uno de los dioses más importantes de la historia universal.

Sabido es que Osiris era famoso por su difícil personalidad y por la superior valoración de su obra, además de la subestimación de sus supuestos colegas, demostrando así sus rasgos narcisistas, lo que no desmerece su obra, puesto que objetivamente, esta es de elevada estatura.


Asesino de luciérnagas y ladrón de luz

“Y a veces, en gurí, maté luciérnagas

Por saber si es mi luz esa que ocultan…

…tengo ahora las manos luminosas

de asesinar la candidez sin culpa…”

O.R.C. “Pena del vidalitero”

Es interesante, en esta última parte de estos apuntes, recordar una anécdota de la niñez de Osiris la que tiene particular importancia con la búsqueda de su conocimiento, el que para el psicoanálisis esta en estricta consonancia con el conocimiento de lo sexual, por ello se habla de una pulsión epistemofílica.

Osiris relata esta vivencia para la Revista Tres. Dice Osiris: “…Resulta que en un tiempo yo tuve pesadillas, allá por los 8 años saltaba de la cama y salía corriendo por toda la casa. Por eso papá y mamá me llevaron al cuarto de ellos. Yo siempre tenía algo para leer, y ellos me pedían que apagara la luz. Entonces agarraba un tubo de alguna vacuna, o de aspirinas, y lo llenaba de luciérnagas. Lo llevaba a la cama y lo escondía. De noche haciendo rodar el tubo sobre las páginas del libro, leía debajo de la frazada”.

Sabemos por Freud que un poco antes de la etapa evolutiva en que sucede esta vivencia, tiene su génesis la pulsión de saber, vinculada a la vida sexual, puesto que los primeros intereses del niño se centran en temas de este tipo y es ello lo que lo impulsa a investigar, así, el niño forma sus primeras teorías sexuales infantiles. Posteriormente estos intereses, censura mediante, se subliman y se trocan en intereses de tipo intelectual. Es decir, a la edad que comenta Osiris, ocho años, encontramos lo que el psicoanálisis da en llamar el período de latencia, donde dichos intereses sexuales, sucumben a la represión, erigiendo como mecanismos de defensa la formación reactiva y la sublimación; estos alinean al niño en intereses intelectuales. Además, como en el caso que traemos, la fantasía de los padres juntos en la cama es para el saber psicoanalítico lo que se denomina la escena primaria. Es a partir de la fantasía que de esta se tiene, o de la visión fáctica de la misma, o como ocurre muchas veces, a través del canal auditivo, lo que lleva a que ciertos sonidos sean asociados a esta fantasía, lo que sirve de material para la construcción de determinadas hipótesis. Es a partir de esta escena que el niño comienza a “teorizar” sobre lo sexual, sobre la concepción de los niños, puesto que en definitiva esta fantasía alude a la concepción y el origen del sujeto mismo como subjetividad.

Osiris se las ingenió para ir a dormir al cuarto de sus padres, a través de síntomas: pesadillas, saltar de la cama, etc. Podemos aventurar así, la hipótesis de que, síntomas mediante, Osiris lograba estar en el cuarto de sus padres para “investigar” sobre esta escena primaria. Si bien leía e investigaba a través de la luz de las luciérnagas, inconscientemente, investigaba sobre lo sexual, por encontrarse junto al lecho de sus padres.

Epílogo

Estos apuntes, tal como su título lo indica, son, sólo y justamente, apuntes. Apuntes apoyados en el marco teórico psicoanalítico, sobre algunos puntos de la obra de un poeta. No pretenden nada más que señalar, elucidar determinados aspectos en base a un texto (poema) que tiene estrecha conexión con quien lo ha escrito y con su obra, pero que se contacta con tópicos del acontecer subjetivo de todos los sujetos. Como se vio no hay nada acabado y cerrado, sino, por el contrario, quisimos abrir espacios de análisis para ser continuados. Lejos estamos, y no lo pretendemos, de un psicoanálisis del artista en cuestión, y menos aún de un análisis literario. Estos apuntes están basados, sencillamente, en la reflexión de la lectura del poeta, como también en la reflexión de la lectura psicoanalítica.

Bibliografía consultada

- Carbajal, E., D’Angelo, R., y Marchilla, A. Una introducción a la Lacan. Ed. Lugar. 1984. Buenos Aires.

- Freud, S. Tres ensayos de teoría sexual. Amorrortu (Tomo VII), 1996. Buenos Aires

----------- Introducción del Narcisismo. (T. XIV).

----------- Psicología de las masas y análisis del yo. (T. XVIII).

----------- El yo y el ello. (T. XIX).

----------- El sepultamiento del complejo de Edipo. (T. XIX).

- Laplanche, J. y Pontalis, J. B. Diccionario de Psicoanálisis. Ed. Labor. 1979. Barcelona

- Levi-Strauss, C. Antropología Estructural. EUDEBA. 1968. Buenos Aires.

- Pellegrino, G. Osiris Rodríguez Castillos. Un pionero en al Guitarra. El País Cultural, Nº 495 (30/04/99). Montevideo.

- Rodríguez Castillos, O. Canto y Poesía. Ed. Arca. 1974. Montevideo.

---------------------- Cantos del Norte y del Sur. (5ª edición). Ed. Acali. 1980. Montevideo.

- Tutté, A. Donde mueren las palabras queda la música, reportaje a Osiris Rodríguez Castillos, Revista 3, 18/10/1996.

- Vasella , S. El hombre no termina en su piel, entrevista Osiris Rodríguez Castillos, en: Americando II, Mera Editor, Montevideo, 1997.

Por Hamid Nazabay

jueves, 11 de noviembre de 2010

EL PROCESO PRIMARIO Y SECUNDARIO. LA REPRESION

La poesía tiene la gracia de poner en ella el acontecimiento y consigue mantener sus características de acontecimiento.
Cuanto menos puedan narrar lo que les hizo vibrar del poema, el poema es mejor, se considera más universal y son esos poemas que están indicados para hacer la lengua permanente, lo que permanece en la lengua son los acontecimientos. En general, los acontecimientos con el paso de los años se van transformando en vida cotidiana. El poeta es el encargado de hacer permanecer aquello que va a pasar a la cotidianeidad, aquello que va a ser la vida cotidiana de los sujetos de la tierra.
Hablando de la escucha analítica y de la función poética, la función poética también estaría facilitada en el consejo que todo psicoanalista les da a sus discípulos: antes de sentarse en el sillón hay que olvidarse fundamentalmente de dos cosas, todo lo aprendido en los libros y todo lo que me interpretó mi psicoanalista.
Si me quedo sin lo que me interpretó y sin lo que leí en los libros, tengo que interesarme por el lenguaje, tengo que poseer en la escucha el imaginario universal, tengo que dar paso a mi deseo inconsciente; no quedo despojado de todo, quedo despojado del yo, de la razón, del conocimiento, pero no quedo despojado del saber inconsciente, el saber inconsciente es universal, es decir, sin la poesía no hay psicoanálisis. Sin la función poética en la escucha analítica no puedo interpretar. El momento en donde práctica teórica y práctica técnica ocurren, ahí, eso es la praxis.

Miguel Oscar Menassa

martes, 12 de octubre de 2010

ENTREVISTA A JACQUES LACAN DE P.DAIX (1966)

La entrevista que traducimos a continuación fue realizada por Pierre DAIX el 26 de noviembre de 1966 a raíz de la publicación de los Écrits. Fue publicada primero en Les Lettres Françaises, nº 1159 correspondiente a la semana del 1 al 7 de diciembre de 1966. Posteriormente Pierre Daix publicó un librito: Nouvelle critique et art moderne, en las Eds. du Seuil, col. Tel Quel, Paris, 1968 (que fue traducido al español por Julio Vera como Claves del estructuralismo, en la Ed. Calden, Bs. Aires, 1969). Este libro reunía una serie de artículos y entrevistas acerca del estructuralismo que Daix había publicado separadamente en diversos números de la revista Les Lettres françaises y consta de dos partes. En la primera encontramos diversos artículos sobre “Estructuralismo”: “El estructuralismo” (p. 11-33 de la ed. en español citada); “Estructura del estructuralismo. I. Jean Piaget; II. Althusser y Foucault” (p. 35-59); “¿Sartre ha sido superado?” (p. 61-82). En la segunda parte se trata de una serie de entrevistas, realizadas por el propio Daix, con autores significativos del movimiento estructuralista: con Roland Barthes acerca de la semiología (p. 83-94); con Emile Benveniste acerca de la lingüística (p. 95-121); la entrevista con Lacan a la que nos referimos (p. 123-133); y, finalmente, con François Wahl sobre el estructuralismo en general (p. 135-153). Aunque aquí sólo publicamos nuestra traducción de la entrevista con Lacan, sin duda el lector sacará provecho de la lectura del libro de Daix, que le ilustrará acerca del contexto estructuralista de esta entrevista.

Juan Bauzá.



Pierre DAIX - La colección que usted dirige en editions du Seuil se denomina El campo freudiano. La referencia a Freud es constante en esa recopilación-selección de sus Escritos que acaba de publicarse. Así, la primera pregunta que quisiera formularle es la siguiente: ¿Cómo se sitúa en relación con Freud?

Jacques LACAN - Quiero afirmar claramente y desde el principio que todo lo que he escrito está enteramente determinado en primer término por la obra de Freud, y este es el primer título al que aspiro: ser alguien que ha leído a Freud con todo el cuidado que su obra merece. Por supuesto, he leído además a otros autores, pero de una manera que en absoluto sería comparable: a Hegel, por ejemplo. ¡En qué forma se me habrá leído a mí mismo para llegar a creer que me sometía a su sistema, cuando éste sólo era para mí un mecanismo para contrariar los delirios de la identificación!

Pero, volvamos a Freud. Cuanto más lo leo, más impresionado me siento por su consistencia, o más simplemente, digamos por su coherencia lógica. Hay en su obra una lógica, que, por mi parte, yo trato de expresar por medio de letras y símbolos, con un rigor comparable a las expresiones de la nueva lógica matemática con Bourbaki. ¿Qué ocurre cuando surge un hecho científico, un hecho que no concuerda con las fórmulas anteriores de las que se dispone hasta ese momento? Un hecho científico sólo nace si se pone a prueba una categoría existente, a saber, en un contexto de categorías ya existente. Si no hay sistema preexistente, no hay hecho, ni desmentido. Un hecho nuevo implica, de algún modo, una nueva estructura. El inconsciente es un hecho nuevo que comporta una estructura nueva e implica un desmentido de la antigua estructura sujeto-objeto.

Ahora bien, el verdadero alcance de eso nuevo que aportaba Freud superaba infinitamente lo que estaban en condiciones de leer, en definitiva lo que podían leer las personas a las cuales podía dirigirse en aquel momento y también después. ¿Quiénes formaban este público? Estaba compuesto esencialmente por médicos, por terapeutas preocupados por comprender desde el punto de vista de una ideología patogenética los oscuros movimientos cuya existencia constataban asimismo oscuramente en sus pacientes. Esta actitud era ciertamente en esos tiempos primitivos del psicoanálisis muy loable, pero la formación médica no era, y, como tal, nunca es, con sus intereses y su tradición, digamos, humanista, la más apropiada para introducirse en la dimensión propia del psicoanálisis. El hecho de que sean lingüistas y lógicos quienes por su formación original estén en mejores condiciones de hacerlo indica suficientemente el sentido en que debería ir una formación del psicoanalista adecuada a lo que podría esperarse de su trabajo, y para el caso del médico que quisiera dedicarse al mismo en qué sentido debería ser completada su formación médica.

¿Por qué en la actualidad la difusión de Freud es lo que es, hasta el punto de que incluso aquellos pretendidos psicoanalistas que no se reclaman de él, no pueden pasar de un recurso a sus términos, meramente verbal, en el mal sentido de la palabra? El problema consiste precisamente en que la mayoría de los psicoanalistas no saben por qué son de este modo siervos de su texto, cuando en realidad ponen bajo las palabras de Freud cualquier cosa, es decir, lo que hacen es dar cualquier significado imaginarizado por ellos a los términos de Freud, o más bien habría que decir: el significado corriente que se les daba antes de Freud, precisamente el significado que Freud devaluó, y que devalúa ahora el significado freudiano si se sigue recurriendo al significado anterior. En fin, que es fácil colar la falsa moneda.

No es casual que los psicoanalistas de hoy tengan una mayor aversión por el inconsciente, ya que no saben donde y cómo ubicarlo en su sistema, el mismo sistema antiguo anterior al cuestionamiento freudiano que afecta a bastantes cosas. Esto es comprensible, el inconsciente no pertenece, y así pues no es sumergible en él, al “espacio euclidiano”, hay que construirle un espacio apropiado, y es lo que estoy haciendo ahora. Eso, los psicoanalistas a quienes no ha rozado mi enseñanza no lo saben, y, por consiguiente, lo desconocen, entonces, prefieren, deben, recurrir –sólo disponen de eso- a nociones tales como el yo, el superyó, etc., que ciertamente se encuentran en Freud, pero que son igualmente homónimas de nociones que se utilizan desde hace mucho tiempo, de manera que el usarlas permite regresar implícitamente a sus antiguas acepciones.

No olvide usted que la primera generación de psicoanalistas se encontraban en la situación de tener que hacerse reconocer para poder trabajar. Estos médicos tienen su mérito. Tuvieron una especie de percepción de la novedad del freudismo y fueron cautivados por el uso de un instrumento eminentemente operativo que iba en contra de toda la formación que habían recibido, tanto en el liceo como en la facultad de medicina, algo dentro de ellos se rebelaba oscuramente frente a esa formación y era eso lo que de manera ambivalente les atraía al psicoanálisis, con todas las consecuencias de esta formación de compromiso. Hicieron, de algún modo sin saberlo (à son insu, malgré eux), un esfuerzo de exégesis y propaganda, torpe como ocurre generalmente en estos casos, para poner en circulación las categorías de Freud y hacerlas aceptables para el gran público y para el pequeño público de sus colegas médicos o universitarios, a partir de lo que habían percibido más o menos vagamente del campo inaudito que esas categorías les abrían. Pero, al aplicarse a hacerlas admisibles, digeribles para el público en general, pero también para ellos mismos, han tenido la tendencia y la tentación de sustituir el aparato científico montado por Freud por el aparato filosófico, médico-terapéutico, anterior, y concretamente a revisar el de Freud para encerrarlo de nuevo, hacerlo volver al redil de la antigua relación sujeto-objeto, y se ha continuado en esa dirección. Esta “adaptación” ha conducido a diversos desarrollos aberrantes.

Lo que estoy haciendo ahora es epistemología. Usted ve que no están tan errados los estudiantes normalianos[1] de la rue d’Ulm, donde realizo mi curso de los Hautes Etudes, cuando dan a mi teoría del psicoanálisis sus prolongaciones epistemológicas.

Pierre DAIX - ¿Cuáles son esos “desarrollos aberrantes” a los que usted se refiere?

Jacques LACAN - El arquetipo en Jung, la potencia anímica primaria, he aquí lo que fue excluido en su época por el propio Freud, lo que tiene mérito dada la calidad del adepto.

Cuando Freud alude al “corazón del ser”, lo hace para designar un límite de la exploración del inconsciente.

Lo que en la actualidad oscurece el pensamiento analítico es la misma confusión bajo una forma más sorda, porque está recubierta de un barniz “científico”.

La idea del desarrollo surgida de la práctica de los pedagogos, y que se jacta de las apariencias de la observación llamada behaviorista, procura un relleno barato de lo que se trataría de estrechar en su hiancia verdadera: la estructura de las transformaciones [revoluciones, revelaciones?] del deseo, la única susceptible de dar cuenta de sus regresiones.

He aquí una cruda exposición de la cuestión.

Esto supone una crítica de la noción de instinto ya innecesaria, por lo demás, en la actualidad, pero que sólo se impone por el hecho de que una vulgarización grosera y una traducción propiamente deshonesta hacen creer que Freud recurre al instinto, cuando en realidad no se trata propiamente de nada de esto.

Freud aporta bajo el nombre de Trieb algo absolutamente diferente. Desgraciadamente, el término pulsión es totalmente impropio para expresar [dar cuenta de] las resonancias ligadas al empleo en alemán de Trieb.

El Trieb, yo diría, cum grano salis: la deriva, es un verdadero montaje donde lo que es de fuente “orgánica” sólo aparece retomado, incorporado, en una estructura. Es el punto eminente que hay que poner de relieve en relación con este término.

Es aquí, más que nunca, donde la susodicha estructura exige una topología precisa en la cual puedan distinguirse y articularse la demanda y el deseo más allá de la necesidad.

Pierre DAIX - ¿De modo que cuando usted dice leer a Freud, no pide solamente una lectura del original y de todo el original, sino una lectura que capte el sentido del original, el sentido de las palabras de Freud?

Jacques LACAN - Sepa usted que Francia es el único, de los grandes países civilizados, que no posee una traducción completa y seria de la obra de Freud. La responsable de este estado de hecho es, en primer lugar, la princesa Marie Bonaparte que había instituido una especie de privilegio para las traducciones de Freud al francés. ¿Esta situación cambiará? Ha tenido consecuencias graves. Obstruyó los efectos que el descubrimiento de Freud debía obtener por el intermediario (le truchement) del campo de las letras que, sin embargo, se mostró en varios niveles tan abierto a su resonancia: los surrealistas sin duda, pero el propio Mauriac tampoco quedó al margen.

Cuando se lee, escrito por la pluma de un hombre como Gide, que estaba lo suficientemente advertido de estos problemas, que Freud es un imbécil de genio, uno se ve obligado a decir que Gide sólo conoció de Freud a intérpretes que eran, ellos sí, imbéciles, pero sin genio. Ahora, las Letras saben a qué atenerse. Y este es quizás todo el sentido –en todo caso el sentido más seguro– en que adquiere sus derechos el uso de la palabra estructuralismo.

Pierre DAIX - Quería, justamente, preguntarle lo que usted piensa del estructuralismo, ya que tanto se escribe aquí y allá que usted es estructuralista, y que habría una especie de conjura estructural conducida por Lévi-Strauss, Foucault...

Jacques LACAN - ... Althusser, Barthes y yo. ¡Sí, ya lo sé!

Dejemos de lado en primer lugar el término conjura, ya que primero habría que saber contra qué estaría tramada. No puedo silenciar aquí mi impresión acerca de un cierto número de la revista L’Arc que encuentro de muy mal gusto. Sólo he estudiado de manera muy incidental, es decir, accidental, el pensamiento de Sartre, y únicamente al nivel de su ética.

Si él permitió a la sociedad francesa de la postguerra recomponerse, no es este el momento de seguir la discusión, y por lo que se refiere a su pensamiento, es del tipo de pensamiento al que yo no debo nada, sea cual sea el placer, y muy vivo a veces, que puedo experimentar con alguno de sus análisis.

Esto me deja al margen de entrar en esa amalgama –digamos algo fraudulenta– que se quiere hacer de un antisartrismo, y de la que lo menos que se puede decir es que algunos de sus pretendidos partidarios no eran, en el momento del ascenso de Sartre, precisamente unos niños.

Dejemos pues esta ficción librada a su suerte, y limitémonos a lo que liga entre sí a estos conjurados, aún más ridículamente denunciados como cábala de los devotos.

Acabo de decir a qué estructuras calificadas y verificables se refiere mi estructuralismo. Estas no carecen de conexión con las que motivan el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss. Pero justamente porque hay ahí referencias, perfectamente reconocibles en su distinción, es claro que Claude Lévi-Strauss y yo sólo estamos unidos por una posición puramente analógica, cada uno en nuestro campo.

No estamos conjurados por la razón de que no podemos mutuamente aportarnos ninguna ayuda, fuera de la de la amistad.

Que de esas referencias a los campos cuya estructura nosotros revelamos, Michel Foucault extraiga su filosofía, esa es otra operación que él prosigue en total independencia y que no compromete a los precedentes, aún cuando uno de ellos, yo mismo, pueda en su seminario encontrar con su presencia ocasión de debatir con él.

El hecho de que Althusser y Roland Barthes encuentren allí sustancia e instrumentos para aclarar sus propios caminos, es simplemente un signo de su apertura y de su acuidad. Puesta a prueba para mi lateral, que sólo extrae sanción de su problemática.

El estructuralismo no es un color, precisamente por razones estructurales, ni ninguna de esas formas de manchas que progresas por difusión.

Por eso me opongo, finalmente, al empleo de ese término del que nada dice que no será desviado para los usos de un humanismo húmedo.


[1] Lacan se refiere a los estudiantes de la École Normale Supérieur, que a través de Althusser habían entrado en contacto con la enseñanza de Lacan desde 1964, e iban a su seminario. Los mismos promovían los estudios epistemológicos y la revista Cahiers pour l’Analyse, de la que llegaron a publicarse 10 números es un reflejo de este trabajo del llamado Cercle d’épistémologie de la ENS. Entre sus componentes más conocidos encontramos a Alain BADIOU, Jacques-Alain MILLER, Jean-Claude MILNER, François REGNAULT, todos ellos muy influenciados por la figura de Georges CANGUILHEM.

jueves, 23 de septiembre de 2010

LO REPRIMIDO

En cuanto a estos cánones de realidad que son la civilización, Freud explica, el psicoanálisis explica cómo a veces se le hace al sujeto imposible cumplir con lo civilizado.
Entre un ser asesino y el goce de mi madre, me detengo, no hago ninguna de las dos cosas. Constituyo inconsciente. Amo a mi madre en el inconsciente sin que se entere mi padre, por lo cual no tengo necesidad de matarlo y luego obedezco en el sistema de mi conciencia; respeto la ley, voy al colegio, me pongo los pantalones abajo y la camisa arriba. Ese es mi padre; pero no dejo de darle el goce a mi madre. Se lo doy inconscientemente. Esto que constituye el sujeto psíquico, esto va a ser para siempre reprimido, aunque lo diga. Que aunque yo lo diga queda reprimido, ¿qué quiere decir?
Es como el sol. Miro el sol. Me doy cuenta que hay una teoría que explica que el sol está quieto y la tierra gira alrededor del sol, pero veo que el sol sigue girando alrededor de la tierra. Sé que seguramente mi sistema inconsciente también se forja en aquella situación donde decido seguir amando a mi madre; para eso divido mi personalidad en dos...y acepto la ley en el sistema de la conciencia.
Seguramente yo sé que eso es así pero no eso no impide que dentro de cinco minutos cometa un lapsus, y cuando uno comete un lapsus, se está expresando un deseo sexual, inconsciente, reprimido. ¿Referido a qué? A dos cosas: o al asesinato de mi padre que cometí o no cometí, que estoy por cometer o al goce de mi madre, que se lo he dado inconvenientemente, o no se lo he dado del todo inconsciente, o se lo he dado de una manera perversa, no aceptando la ley impuesta. No hay otro inconsciente. Pero a pesar de saber eso, a pesar de haberlo estudiado durante 25 años, me vuelve a pasar que el inconsciente sexual, infantil, reprimido, produce en mis acciones cotidianas normales y de persona mayor, situaciones no elaboradas, infantiles, respecto del asesinato de mi padre y al goce de mi madre.

Miguel Oscar Menassa

miércoles, 22 de septiembre de 2010

LECTURA COMO PRODUCCION

El tiempo del psicoanálisis es un tiempo que no es el tiempo del reloj, porque permite generar en el pasado lo que no existía en el pasado y hacer desaparecer del pasado lo que existía en el pasado.
Tiempo del reloj, mirada y sentimientos comunes, maquinales: si no me mira es porque me rechaza; si se va con otro es porque no me ama; si gasta mi dinero es porque me odia; si me saluda efusivamente es porque me quiere pedir algo; si no me saluda efusivamente y es distante es porque no está pensando en mí. Sentimientos comunes. Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía; más vale pájaro en mano que ciento volando; hasta el treinta de mayo no te quites el sayo; en febrero busca la sombra el perro: pensamientos cotidianos, sentimientos comunes. Hay que amar a la madre y rivalizar con el padre, también estos se van haciendo sentimientos comunes, y no tiene por qué ser así como nosotros sentimos.

Miguel Oscar Menassa

domingo, 19 de septiembre de 2010

SEXUALIDAD EN PSICOANALISIS

Sexualidad para el psicoanálisis, hasta ahora, es toda relación que se impone al sujeto infantil desde el exterior. Es decir, toda relación que se le impone al sujeto infantil va formando, de una u otra manera, su sexualidad. Cuando veamos masoquismo, vamos a ver que no solamente lo que place es recordado como sexual por el sujeto sino que cualquier emoción importante en la infancia es concebida como sexual. Por lo tanto, el dolor como una interrupción de la normalidad del niño, como una brusquedad en su formación, hace que el niño recuerde el dolor como erógeno, es decir, que habría un masoquismo primario que sería aquel masoquismo que surge con la impronta del dolor en la formación de este pequeño niño. No que es placentero por sí que es sobrecogedor en aquel momento infantil, y que determina que, de adulto, el dolor, como vemos en toda sexualidad humana, forme parte de todas las sexualidades en una forma manifiesta o en una forma reprimida.
Su forma dialéctica, el sadismo, forma exactamente igual parte de toda situación humana, tanto que si no hay expresión del sadismo, es decir, si no hay expresión de la pulsión de muerte hay lesión del sujeto, lesión del aparato, lesión del cuerpo. Una represión demasiado fuerte del instinto de destrucción, es decir, de la agresividad, impone al sujeto deformaciones, en algunos casos altamente graves, como las enfermedades orgánicas, en el sujeto que lleva a cabo esta represión.

Miguel Oscar Menassa

jueves, 16 de septiembre de 2010

AFORISMOS Y DECIRES

256_ Hay otros sueños que los que soñamos, hay otras pasiones que las que padecemos. No en el mundo porque eso es relativamente fácil, en nosotros mismos hay pasiones que no son las pasiones que decimos padecer o poseer o vivir.

Miguel Oscar Menassa

jueves, 19 de agosto de 2010

DEFINICION PSICOANALITICA DEL CUERPO

EL cuerpo es un conjunto de zonas erógenas. Cada zona remite:
- a una falta fundamental
- a una ausencia de zonas erógenas del otro cuerpo
- a las zonas erógenas del mismo cuerpo (dimensión de la represión)
- a las zonas no-erógenas.
Parecería haber una insatisfacción esencial.
El privilegio del cuerpo reside en el hecho de que subraya la articulación
del objeto con el significante.
la experiencia afirma que el cuerpo es superficie, límite para la histérica,
resistencia para el obsesivo.
La relación simétrica entre el exterior y el interior, es una engañosa apariencia
que el cuerpo mantiene, pero que la experiencia analítica invalida.
En general el cuerpo está ausente del discurso, como si por esencia, uno fuese
antinómico del otro.
No obstante será necesario y éste es el comienzo del análisis hacer aparecer
el cuerpo en el discurso.

Lucía Serrano

miércoles, 4 de agosto de 2010

EL SUEÑO ES UNA REALIZACION DE DESEOS

"Como una realización": cuando pongo "como una realización", "el sueño es como una realización de deseos", la palabra realización proviene de la demarcación de la realidad objetiva. En la realidad objetiva, lo que ocurre cuando se sueña es que acontece una realización de deseos, parecido a una realización de deseos. Es decir, volvemos a un problema de la técnica que tantas veces nos va a llamar la atención: si en la realidad material el sueño es como una realización de deseos, es en la realidad psíquica donde existe este acontecimiento de la realización de deseos. Por lo tanto, en este capítulo Freud nos plantea algo altamente interesante en el sentido de por lo menos una doble alteridad del sujeto. Pues, el "como realizado" habla del sujeto inmerso en una realidad con un otro semejante, con el cual se establecen lazos invisibles, y si nos permitimos una generalización, no conscientes. Se llaman las relaciones sociales. Pero Freud propone en el "como" la realidad psíquica y en la realidad psíquica el sujeto padece una alteridad diferente, con otro que no es su semejante, con un otro que propone para el sujeto un escenario de aconteceres del cual nada sabría. Por lo tanto el campo ideológico que abre este capítulo de La Interpretación de los Sueños, el campo ideológico que abre el psicoanálisis, es el campo de un saber no sabido para el sujeto.
En esta doble alteridad se desarrolla la realización del deseo.

Miguel Oscar Menassa

viernes, 23 de julio de 2010

"LAS 2001 NOCHES" CICLO POETICO-MUSICAL

"Si es posible el poema es posible la vida"
Miguel Oscar Menassa

Apoyamos su candidatura a Premio Nobel de Literatura 2010

LAS 2001 NOCHES
CICLO POÉTICO-MUSICAL
en LA FORJA Café Cultural
Bacacay 2414 Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Coordinan los poetas y psicoanalistas:
LUCIA SERRANO y JORGE MONTIRONI



Te esperamos el domingo 25 de Julio a las 18 hs.

Presentaremos la revista virtual de Poesía, Aforismos y Frescores:
LAS 2001 NOCHES dirigida por el Dr. Miguel O. Menassa



- MICRÓFONO ABIERTO-

INFORMES: Tel./fax: 4749-6127 y 4903-7853
luciaserrano@las2001noches.com jorge_montironi@hotmail.com

jueves, 22 de julio de 2010

PSICOANALISIS Y PSICOSIS

Octava parte
No éramos iguales, pero tampoco se podía decir que éramos diferentes. Ya que no sólo lo dicen otros investigadores, sino que también los psicóticos atendidos por mí, atravesaban en algunos momentos del tratamiento, períodos de una lucidez, aún, envidiable por mí. Períodos donde toda la locura, también, era el sesgo de esa inteligencia.
Habían frases que salían de su boca, puntuadas como si fueran poesía (sin que por eso el discurso llegara a ser poético o sencillamente más coherente) y esto, para mí por lo menos estaba claro no pasaba nunca en el paciente llamado neurótico, pero sí en mí.
Estos pensamientos, esta vecindad de mí con el psicótico me resultaba escalofriante.
¿Una vez más se agotaban las diferencias?
¿O esta vez se marcaban definitivamente las diferencias?
La puntuación me hacía pensar que tanto creación como locura, provenían de la libertad de la propia pulsación del inconsciente. Es decir, algo más allá de la represión, más allá del placer, repite. Y, esto, es verdad, pero mientras que en el creador lo que pulsa es un universo Otro, en el psicótico lo que pulsa es el rechazo de ese Otro universo. Y no es que luego no lo comparta con nosotros como otro ser más del lenguaje, sino que, sencillamente, no puede concebirse como posterior al lenguaje. Ni puede como dice el poeta, yo es Otro. En mí, diría el poeta lo que me puntúa es una falta. En el loco lo que puntúa y eso no lo puede decir el loco sino un psicoanalista, es el rechazo de esa falta.
Soy un sujeto del lenguaje dice el poeta, ese ser desaparecido por ser representado por un significante para otro.
Soy invadido diría el loco, por el lenguaje. Soy una aparición en forma de rechazo. Un agujero presente, que no puede ser representado.

Miguel Oscar Menassa

miércoles, 14 de julio de 2010

AFORISMOS Y DECIRES

Nº 380 - Antes de concluir un tratamiento, se debe analizar todo el proceso
de identificaciones con la figura del analista o sus cosas reales y, sobre
todo, imaginarias. Por ejemplo: esas mujeres que andan jorobadas por la vida,
porque piensan que siendo árabe me gustan más los camellos que las mujeres.

(del libro de Miguel Oscar Menassa "Aforismos y Decires")

sábado, 10 de julio de 2010

miércoles, 7 de julio de 2010

Imposible retornar de esta serie de 10 sueños - H.Urruspuru

El primero: De relevante color águila, estremece máquinas herrumbadas, se sueña a si mismo y muere.
El segundo: Leve color salmón. Amanece siempre en éxtasis y sus ojos son opalinos.
El tercero: No cree en nada. Hay un violinista tocando en el bosque. Cesa, cuando la luna es demasiado grande en la Colina del Oeste.
El cuarto: Es extranjero en todo lugar. Es Dios.
El quinto: Es una simple batalla, donde mueren 20 hombres y con un tiro en la nuca se ajusticia a unos pocos prisioneros que visten de blanco, y sus voces, suenan como el eco en las iglesias vacías al atardecer.
El sexto: Lleva por nombre Nathanel. Idealiza las muchas hiedras de los altos muros, los helechos y las aves. Es él, cuando el sol está en el cenit.
El septimo: A la luz de una candela, llora, llora para siempre más allá del polvo y las estrellas.
El octavo: Nace en un momento inoportuno, cuando ella entreabre su boca y toda su angustia y soledad, se llenan de amor líquido. Arcoiris.
El noveno: Vive donde habitó un poeta, en las paredes la humedad se enseñorea como artista supremo y del desdén.
El décimo: Es el no retornar, el volver al color águila.

miércoles, 30 de junio de 2010

LA SEXUALIDAD ES INCONSCIENTE

La sexualidad es un concepto novedoso, si consideramos que la teoría sexual que dice cómo amamos y deseamos se formuló hace cien años. Antiguamente se confundía lo sexual con lo genital, se pensaba que los niños no tenían sexualidad, se creía que era algo que acontecía durante unos años de la vida y que después desaparecía.

Lo sexual se veía y vivía con vergüenza, pudor o repugnancia.

Y eran los modelos ideológicos los que decían qué estaba bien y qué no; cómo había que amarse y en qué momento o de qué manera. Modelos ideológicos, transmitidos por el Estado, la familia y la universidad.

Modelos de los que no podemos escapar, como tampoco se puede negar el poder de la especie, algo muy superior al sujeto, ya que la especie impone la reproducción para perpetuarse, no importándole de qué manera o qué le ocurre a los sujetos en ese proceso. En 1905, el doctor Sigmund Freud, escribió Tres ensayos para una Teoría Sexual. Abrió preguntas y articuló conceptos que el hombre llevaba preguntándose desde que existe la escritura.

Al descubrirse, al producirse el concepto Inconsciente (ese lugar donde verdaderamente pensamos), al articularse una teoría de los procesos humanos, es decir de los celos, la envidia, el miedo, las ambiciones, el asco, las inhibiciones, pero también de la creación, del deseo, del amor, al descubrirse el Inconsciente, sabemos cómo es la sexualidad del hombre, de la mujer. Antes se padecía, no se conocía, se padecía la ignorancia o la enfermedad, la locura o el envejecimiento prematuro, la impotencia o el "mal de amor".

El odio es más primitivo, que el amor. No hay amor sin deseo, es decir hay un amor que es propio y singular de aquellos sujetos que sean capaces de producirlo para ellos, pero no es algo natural, es un trabajo que no acontece sin la Interpretación Psicoanalítica. Sólo aquellos sujetos que se psicoanalizan pueden conocer un amor con deseo. El otro tipo de amor, el de la especie, no es un sentimiento del sujeto psíquico, ni del sujeto social, sino que es un sentimiento de la especie, que le impone a los humanos que se amen, para la reproducción. Ser padre o madre es una función, nos dice el

Psicoanálisis, no es necesario tener hijos para ser padres, así como hay quien tiene hijos y no puede desempeñar esa función. Por ello que los huérfanos pueden crecer, al igual que los ciegos pueden ver, porque no es con los ojos que se ve. Lo que no significa que los ojos no sirvan, ya que gracias a ellos acomodamos, amortiguamos la realidad, pero debemos saber que los órganos de la percepción son engañosos. Se trata de la mirada, no de la visión, por eso tenemos la sensación de que el sol se mueve, gira alrededor de la tierra, cuando en realidad es la tierra la que gira alrededor del sol, pero nuestros órganos de la visión nos informan de esa sensación ilusoria. Ilusoria no verdadera, ya que es la pulsión la que habita el ojo, la mirada es el objeto de la pulsión escópica. Es la función de la mirada como pulsional la que crea la vista.

Las cosas nunca son lo que parecen. Son las palabras las que nombran las situaciones sexuales y no al revés.

Entonces sólo podemos conocer nuestra sexualidad, si nos psicoanalizamos es decir, si podemos hablar de las fantasías, las inhibiciones, la vida cotidiana en general, hablar con un profesional, que no juzgará, no se meterá en la vida del sujeto, no dirá cómo debemos pensar, sino que la interpretación (que no tiene dueño) en realidad nos puntuará cómo nos relacionamos con nuestros semejantes.

La sexualidad es inconsciente, la posibilidad de gozar se puede construir en cada sujeto, que además es diferente en cada caso, aunque todos deseamos las mismas cosas, nos diferenciamos en la manera de renunciar, de poner en escena, de llevar adelante nuestros deseos.

El Inconsciente está estructurado como un lenguaje y la sexualidad tiene esa amplitud. El Inconsciente no maneja el tiempo del amor y el tiempo del odio como separados, sino que en un tiempo futuro anterior, permite construir, lo que será en lo que está siendo.

Campo de fuerzas el de la sexualidad, que es posible gracias a la transferencia, esa puesta en acto de la realidad del inconsciente.

Realidad que es en todos los casos sexual.

El partenaire sexual, desempeña en todos los casos, como objeto a, como objeto causa de deseos, una situación especular en la que un amante no se desnuda frente a otro, sino frente a sí mismo.

Juego de pasiones en todos los casos significantes, es decir, son las palabras las que seducen y son los significantes los que copulan, el cuerpo entra en escena porque es pulsional, agujeros que conforman el cuerpo, que lo constituyen, haciendo que el amor sea un límite del narcisismo.

sábado, 26 de junio de 2010

LAS 2001 NOCHES - CICLO POETICO-MUSICAL

"Si es posible el poema es posible la vida"
Miguel Oscar Menassa

Apoyamos su candidatura a Premio Nobel de Literatura 2010

LAS 2001 NOCHES
CICLO POÉTICO-MUSICAL
en LA FORJA Café Cultural
Bacacay 2414 Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Coordinan los poetas y psicoanalistas:
LUCIA SERRANO y JORGE MONTIRONI



Te esperamos el domingo 27 de Junio a las 18 hs.

Presentaremos la revista virtual de Poesía, Aforismos y Frescores:
LAS 2001 NOCHES dirigida por el Dr. Miguel O. Menassa



- MICRÓFONO ABIERTO-

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ACERCA DE LA DIFUSION Y TRANSMISION DEL PSICOANALISIS

Hoy cumplo 69 años y cuando cumplo años escribo algún poema, alguna tontería. Hoy no tengo ganas de escribir nada.
Siento la necesidad de tener que elegir cómo quiero vivir mi tercera edad.
Según los ejemplos que tengo (mi abuelo Antonio, Bajarlía, Borges, Leopoldo de Luis, Rafael Alberti), mi tercera edad puede prolongarse de los 69 a los 99 años.
Es decir, tengo que poder planificar, al menos, 30 años o me obligarán a vivir una vejez mediocre, contando el dinero que no se tiene, sin ilusiones y dispuesto a morir.
A mí me gustaría seguir cumpliendo con mis obligaciones hasta el día de mi muerte, se trate de dinero, de sexo o de poesía.
El dinero, ganarlo o hacerlo ganar es lo mismo. El sexo, gozar o ver gozar es lo mismo. Y en cuanto a la poesía, escribir o leer lo que otros escriben es lo mismo.
El entusiasmo es lo que permite una prolongada tercera edad.
Lo que me cura y lo que me hace vivir más años, no son las cosas que hago sino el entusiasmo puesto en el quehacer.
Lo que no he perdido con los años es la pasión: por el trabajo, por las realizaciones, jugar al billar, estudiar, escribir, amar intensamente a una mujer, luchar contra la injusticia, contra la pobreza.
Los juegos de azar, aún me enloquecen como en mi juventud.
Y me enaltezco de haber tenido a mi lado en todas mis edades camaradas, hombres, mujeres que, más allá de las relaciones que tuviéramos, estábamos de acuerdo con algunas ideas, algunos conceptos.
No fueron siempre los mismos, pero siempre he tenido camaradas.
En el momento actual, hombres, mujeres (más mujeres que hombres), capacitados para dirigir con acierto la materialización de casi todos mis deseos juveniles.
. Editorial Grupo Cero.
. Escuela de Psicoanálisis
. Escuela de Poesía
. Talleres de Pintura
. Producciones cinematográficas (naciendo)
. Gestión emocional
. Medicina psicosomática
. Discográfica
Antes de morir me gustaría poder hacer que alguien o algunos, pusieran gran parte de sus fuerzas en difundir y transmitir el psicoanálisis.
No quiero (es una negación) entrar en complicaciones y adelanto que soy experto en el estudio de las estructuras complejas.
Trabajar de psicoanalista no tiene nada que ver con la difusión y la transmisión del psicoanálisis.
Cualquier médico, cualquier psicólogo, por haber cursado sus estudios con eficacia, están autorizados y, también por el Rey, a trabajar como médicos, como psicólogos. Curarán a muchas personas y salvarán vidas, cambiarán destinos, pero todo eso no tiene nada que ver con la difusión y transmisión del psicoanálisis.
Cada vez que alguien se ponga en la posición de maestro (de transmisor) sin estar convenientemente preparado. Y ni siquiera autorizado, se queda sin trabajo.
Los alumnos crecen, y los pacientes pagan para estar algo tranquilos. Un falso maestro no sabe escuchar y, además, en su falsedad, nunca estudia mucho y, encima, sin entusiasmo.
Por eso es que le cuesta mucho trabajo quedarse quieto o callado. Habla demasiado, siempre de sí mismo porque no tiene conocimiento de nada, entonces, habla de su infancia, de su madre, su padre, de un amigo de la madre, su mujer, su hombre actual, y el verdadero delito es, que pretende que toda esa porquería sirva como ejemplo de la teoría que, en realidad, desconoce.
Saber escuchar es fundamental, pero no se escucha con la oreja sino con el conocimiento, con el saber.
El falso (ahora) psicoanalista; se sabe de memoria miles de historias del paciente y de los familiares y es entonces cuando siente haber descubierto algo y comienza, primero a aconsejar a los pacientes en todos los rubros. Con el tiempo, el consejo se transforma en orden, en imposición. Él (por falta de psicoanálisis personal), cree que vive por encima de todas las cuestiones en plena libertad y ambiciona que todo el mundo, también sus clientes, paguen por eso.
También se queda sin trabajo, la mayoría se hacen periodistas, críticos de arte, de cine, o comentaristas de fútbol.
Los falsos maestros, los falsos cuidadores de la salud, son los más apasionados enemigos del psicoanálisis. No pudieron hacerse con el psicoanálisis, no pudieron dominar con sus neurosis el conocimiento psicoanalítico. Las uvas no están verdes, pero para casi todos fueron inalcanzables. Y no precisamente por la distancia, porque las uvas no están al alcance de ninguna mano y ninguna escalera. Las uvas están al alcance de las ideas, del conocimiento, del saber.
De la producción artística, de eso me gustaría hablar.
En todo proceso de creación se ve con facilidad que la creación (la producción en el arte en general), le debe en la misma proporción a su conciencia (manera de pensar estudios, técnicas, métodos, ideologías, racionalizaciones, etc) y al inconsciente (saber, fuerza creadora, capacidad de innovar y, sobre todo, al deseo que me lleva a realizar la obra).
Por lo tanto la formación en cualquier disciplina debería pensarse sobre dos carriles:
1.- El conocimiento: la universidad, los seminarios, lecturas grupales de la teoría.
2.- El saber inconsciente: Comienza a estructurarse como útil en el psicoanálisis personal del candidato. Y se consolida en el espacio de la supervisión y en los grupos de trabajo sobre la Clínica Psicoanalítica y su relación con los grupos, la familia, con la Medicina , con la Educación.
Cada conocimiento tiene su camino, su tiempo cronológico. Y hasta se puede alardear de tener un conocimiento sin perderlo.
El saber no tiene ningún camino y puede acontecer en el sujeto de un día para otro y actúa sobre la realidad (fuera cual fuera) transformándola de manera inconsciente para el sujeto.
El saber no se puede utilizar, ni poseer. Cuando se alardea del saber se pierde.
En el campo del cual hablo, la formación de psicoanalistas, el conocimiento puede construirlo el candidato.
El saber, en cambio, se construye en el psicoanálisis personal, las supervisiones, los tiempos clínicos, los encuentros con los colegas, sin querer convencer a nadie de nada y soportar con alegría que existan vidas y pensamientos diferentes a los míos.
El saber es comunitario y no se puede leer en lo que el sujeto dice, se ve en el trabajo terminado, en la obra construida, en los amores, en las amistades, en la forma de relacionarse con menores, iguales y mayores.
El conocimiento universitario nos coloca en el campo de la clínica y de la investigación, pero es tarea del saber inconsciente, saber cuando comenzar, cuando señalar, cuando interpretar y cuando terminar.
Valores que si no están firmemente construidos en el sujeto, hacen imposible el psicoanálisis, su práctica y, sin exagerar, la psicoterapia.
Tengo 69 años, y ya he comprendido que no se puede andar por ahí curando a los incurables que desprecian la cultura, la ciencia en general y creen que la realidad reside en su pobre cabecita atormentada.
Pero eso no es lo que me preocupa, lo que me preocupa es que si alguien me pide que lo forme, que le transmita algo de mi saber, diré siempre que sí a esa propuesta al menos hasta el día de mi muerte.
Después, claro está, la muerte no sirve para nada y no posibilita ninguna enseñanza.
Estos pensamientos son los que me llevan a comenzar un Seminario de Supervisión Clínica en Psicoanálisis abierto a todo el mundo pero pensado sobre los más jóvenes trabajadores de la Institución.
Y de lo que se trata es de enterarles de los caminos, los obstáculos, saber distinguir los obstáculos materiales de los imaginarios, y no se trata de que sigan ningún camino en especial, sino que tomen conciencia e inconsciencia de la existencia de otros caminos diferentes al suyo.

Miguel Oscar Menassa
Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010

jueves, 24 de junio de 2010

LO INCONSCIENTE Y LA CONSCIENCIA - LA REALIDAD

Toda disciplina científica, aunque no se lo proponga, una vez propuesta como disciplina científica en el medio social, interviene en otras disciplinas transformando las ideologías y las filosofías que conciben las prácticas.
El practicante del psicoanálisis practicará dos modos: sobre otros y sobre sí mismo. Cuando se aisla la práctica técnica de esos dos soportes, es decir, el soporte teórico y el soporte del análisis individual, encontramos todos los desvíos de la práctica contemporánea del psicoanálisis; se fijan consejos, se dogmatizan las articulaciones y el fundamento de esa práctica deja de ser, entonces, la teoría psicoanalítica para pasar a ser los modelos ideológicos del Estado, que son los que rigen la producción de sentido en las corporaciones psicoanáliticas.
Así como el deseo inconsciente pierde consistencia, es decir no existe al quedar descartada la articulación teórica que lo produce y las interpretaciones que así dejan de ser psicoanalíticas recaen en su totalidad sobre el quehacer del sujeto, olvidando la sobredeterminación inconsciente que como efecto del trabajo inconsciente, el sujeto padece.
La formación del psicoanalista tendría que ser personal. El recorrido del sujeto por su propio imaginario. Cada imaginario es diferente. El lenguaje es el mismo pero el habla es algo particular de cada uno; por lo tanto el recorrido del sujeto por su propio imaginario no puede ser igual para todos. Aunque las leyes sean igual para todos, no lo son sus cumplimientos y por lo tanto sus sanciones.

Miguel Oscar Menassa

domingo, 20 de junio de 2010

FELIZ DIA DEL PADRE!!!

RASGOS DE LA INFANCIA

a mi padre

Rasgos de la infancia, fueron una anterioridad que no tuve en
días posteriores y no pude renunciar hasta encontrar, tanta belleza
desacostumbrada.
Mi padre era un señor, dibujante de formas con su cuerpo, todo
un artista, un hombre sin el tiempo.
Bailarín profesional, no tuvo caídas.
Nunca más fui tan felíz, como cuando subía con el a las montañas.
Lo angustiaba no poder complacerme a cada instante, mas no intentaba.
Los rasgos de la infancia, siempre vuelven a sorprender mis pasos.
Mi padre, rey del espacio que dibujaba, murió en una noche donde
ya no bailaba.
Sin poder comprender que hay más formas, más movimientos, rigidizó
su cuerpo, se hizo todo espíritu, se hizo manso al tiempo y
también se hizo el muerto.
Desde entonces suspendí la certeza de la muerte, esperando volver
a verlo algún día entre la niebla.
Su retrato guardó en mi alma, todos los secretos que construyeron
entre risas sus palabras.
Después, llegaron los días donde él no estaría.
Yo recordaba las rosadas tarde al sol, las noches plateadas por
la luna, el último tango sin cansancio.
Su ausencia de formas, su instantaneidad.
Parecía no tener ni pasado ni futuro y en el presente siempre era
otro.
Tenía pocas posibilidades, porque aprendió a pactar con la
verdad.
Aceptaba propuestas que nadie se animó a hacerle.
Amaba a las mujeres, sobre todo a la suya.
Una voz, una intención, detenían sus pasos.
Nunca pedía lo imposible, tal vez lo haya tenido.
Y con ese saber que conocía, yo quería vivir en mi camino, hacer-
lo grande, un genio, un bailarín, o un asesino.
Mi ambición fue suprema, el dolor vino después, colado con los
restos de lo que nunca atrapará el saber.
Y así como esa noche se terminaba el mundo, he quedado en el
mundo sin su amor y siento más que nunca que me amaba.
Un gigante del sol en horizontes vírgenes, vendedor de ilusiones
por las noches, fueron días de muchas alegrías, de confusión,
de éxtasis, de agonías.
Cuando su cuerpo se pudría en el seno de la tierra, no encontré
paz, no encontré eco, no encontré bienestar, no lo encontré nunca
más.
Sólo escuché su voz en la distancia, nombrando el silencio que
anuncia los misterios.
Centellante latir, repitiéndose en la fijeza de la voz.
Una eternidad suficiente, pausas del tiempo, un impalpable.
Afiebrados latidos del corazón, hicieron que un día me tragara
todo su amor de golpe.
Extravagancia, aceptando ser la realeza de una pasión delicada.

(del libro "Blues para la Corona" de Lucía Serrano)

jueves, 17 de junio de 2010

COMO YO TE QUIERO

Te quiero,
sencillamente te quiero esta mañana
y espero nuestro encuentro en luna nueva.
Te quiero,
te quiero como yo te quiero,
como un amante supremo,
valeroso y cobarde,
olvidando todas las blasfemias
que hubieran salido alguna vez por mis labios.
Te quiero,
y cierro el puño de mi mano izquierda,
mientras con la derecha
escribo este verso,
en el que todos los recuerdos nos llaman a estar juntos,
a danzar en las arenas,
desnudos mirando las estrellas.
Te quiero,
porque sí,
por la luz de este sitio oscuro
que hay cuando te nombro
en esta celda encendida
hoy con tu presencia.
Como yo te quiero
te querrán los ángeles del cielo
que ambos conocemos,
y ningún dolor de esta tierra
tocará nuestros corazones
y nuestro amor será eterno.

LUCIA SERRANO

domingo, 13 de junio de 2010

DIA DEL ESCRITOR - DE FREUD A LACAN



DE FREUD A LACAN, LA CUESTION FEMENINA

Rithée Cevasco
Septiembre 2006
(En el HOMENAJE A FREUD - Colegio de Psicólogos - Barcelona)

Un lien étrange lie la psychanalyse -- sous la forme que son créateur,Sigmund Freud, lui a donnée -- et la
féminité. Car d’une part, la femme hante la psychanalyse, de l’origine de son trajet jusqu’ ses enjeux les
plus actuels, et de l’autre, quelque chose de la rationalité analytique semble s’être joué par le maintien de la
féminité á la porte du temple (Paul Laurent Assoun, Freud et la femme).

Esta cita nos convoca de entrada a poner el acento sobre el lugar paradójico que ocupa la “cuestión
femenina” en el psicoanálisis. Ellas, las mujeres, son quienes abren la puerta de la escena analítica y sin
embargo se quedan como dice P.L. Assoun, de manera un tanto ceremoniosa, en el “umbral del templo”, no
entregan totalmente su secreto por más que Freud, las extrae del silencio en las que las condenaban las
condiciones de sujeción de su época, en lo que concierne a sus deseos (el secreto de algún amor
inconfesable viniendo frecuentemente en el primer plano de la escena de lo reprimido).
Abordar un homenaje a Freud con esta cuestión de la feminidad, no podría hacerlo sin referirme a la
enseñanza de Lacan. En efecto, en los tiempos actuales de la llamada “subversión sexual” (es una
expresión que Lacan emplea) atenerse a la solución freudiana (y ni hablar de los postfreudianos y la
idealización que han promovido del “amor genital”) es un verdadero “escándalo epistemológico” en el
ámbito del psicoanálisis, digamos para ir rápidamente, “tradicional”… segun la tradición patriarcal, mejor
dicho según nuestro conceptos, la tradición del “sinthome” vía Nombre-del-Padre.
En su obra de l905, en sus Tres Ensayos sobre la Sexualidad, debe reconocerse en Freud lo que no sin
cierta provocación dirigida al medio psicoanalítico, me gusta bautizar como el primer teórico Queer. En
efecto Freud demuestra en este trabajo, entre otros por supuesto, el carácter “torcido” (es una aproximación
a la noción de Queer en tanto opuesta a la sexualidad straight) de toda sexualidad para el ser humano. (Si
ello no le impide trazar una frontera entre la sexualidad “normal” y la patológica, es esta una frontera que
tanto desde el psicoanálisis mismo como desde otros saberes debe ser constantemente revisada).
En todo caso, Freud ilustra en más de una de sus obras (sus trabajos sobre la vida amorosa de hombres y
mujeres son sin duda muy instructivos en este sentido) la DISYUNCION existente entre los destinos de las
pulsiones, las elecciones de objeto --hetero, homo, bisexuales, multivariables-- aunque la plasticidad es
bien menor de lo que quisieran quienes promueven la existencia de una “multiformidad” de la sexualidad) y
las formación de las identidades sexuales*.
La perversión polimorfa del niño(a) no conduce, es una de las primeras lecciones freudianas sobre la
sexualidad, no conduce a la heterosexualidad mas que a la homosexualidad, contraponiéndose así
frecuentemente al imperativo de la norma heterosexual dominante.
Esa disyunción entrevista por el psicoanálisis estaba en el “antiguo (reciente y aún actual) orden sexual”
enmascarada por el imperio de la norma heterosexual. C. Soler*, una psicoanalista francesa, discípula de
Lacan, explicita claramente la hipótesis (si no la tesis) de que es esta disyunción la que hoy se realiza en
las prácticas sexuales --nuevas o no-- y sobretodo en los discursos actuales sobre el sexo y el amor.
En cuanto a la sexualidad femenina además de “torcida” se presenta como extremadamente compleja
como bien sabemos.
A partir del momento en que Freud tiene que reconocer que su hipótesis del Edipo generalizado no
funciona para las niñas puesto que el primer objeto de amor es --para ella como para el niño-- la madre y no
el padre y por el hecho de que, fácil es comprobarlo, sus primeras satisfacciones (masturbatorias) genitales
son mas bien clitoridianas que vaginales. El cumplimiento de la “función sexual” que le impone su papel en
la reproducción y en la cultura, deberá sufrir entonces una doble mutación. Proceso harto complejo y
sometido a una pluralidad de avatares posibles. Para ese “destino” deberá, en efecto, transferir de la madre
al padre su amor originario y transferir su goce clitoridiano a un goce vaginal que nada tiene de “natural”
(conversión histérica?, en todo caso Lacan pondrá explícitamente su “misterio” en lo que concierne a sus
propiedades anatómicas).
El encuentro con las histéricas le permite a Freud la invención del dispositivo analítico y las primeras
elaboraciones sobre las formaciones del inconsciente y su relación con la sexualidad y con el cuerpo
hablante a través de sus síntomas. Mucho podría decirse de ese largo trayecto de Freud con las histéricas
de su tiempo, desde el momento inaugural hasta la decepción final....
En todo caso lo que de la feminidad se deduce a partir de esos decires en la experiencia analítica ampliada
a otros tratamientos que la del sujeto histérico, no es muy halagador para las mujeres: la feminidad
asociada a una “castración” es menospreciada, tanto por los hombres como por las mujeres. Freud no duda
con ironía en hablar de que sobre ese punto, si que hay “paridad” entre los sexos. El falogocentrismo del
inconsciente, plantea un desafío en lo que concierne a la posición femenina para el psicoanálisis freudiano
y los límites con los que se topa con su famosa roca de la castración, que se traduce por un rechazo
general de la feminidad. Junto con la sexualidad infantil que el psicoanálisis descubre, en el sentido literal
del término, emerge también el infantilismo generalizado de la representación psíquica de la diferencia
entre los sexos.
En lo que concierne a las mujeres por supuesto que el aporte del psicoanálisis no se reduce a una simple
comprobación de la reconducción en el inconsciente de las formas de sujeción dominante en la
organización de las sociedades (dominación masculina, segregación de las prácticas sexuales otras que las
heterosexuales, misoginia generalizada). Reducción del psicoanálisis que es el error de muchas
tendencias, feministas y mas recientemente de la llamada teoría Queer.
El aporte freudiano fundamental es la construcción del sujeto del inconsciente como sujeto para el cual la
sexualidad tiene un oenico referente: la función fálica en su valor de castración y ello independientemente
del sexo (condición anatómica de la diferencia sexual) o del género (condiciones sociales de lo masculino y
lo femenino) y ello, por decirlo rápidamente, independientemente de los avatares históricos de la solución
Edípica. Es un punto sobre el cual Lacan no cederá cuando retome la cuestión “espinosa” (decía Freud) de
la sexualidad femenina.
Freud con la bien conocida pregunta que le habría dirigido a la princesa Marie Bonaparte: Qué quiere La
mujer? dejó abierto la respuesta: cómo se las ingenia una mitad de la humanidad con esa condición
universal de la sexualidad?.
Lacan retoma ese WWW (Was Will das Weib), después de un largo periodo en que el debate sobre la
sexualidad femenina permanece en stand by. En los años 70, responde a la mutación de la época de la
“subversión sexual” proponiendo una teoría de la sexuación y del amor que da cuenta de esos cambios. Lo
hace sin duda también a partir de lo que le van enseñando una parte de sus analizantes mujeres, esas
mujeres del MLF que recibe en su diván. Mujeres con las que disiente apenas intentan dar cuenta de una
“especificidad” de lo femenino no sin el psicoanálisis pero sin la referencia a los conceptos freudianos de la
función fálica y la castración, así como a la caracterización de la libido como oenica (“masculina” dice Freud,
puede discutirse esa apelación). En todo caso Lacan rechaza toda hipótesis concerniente a la existencia de
una libido específicamente femenina, de un inconsciente femenino, de una escritura femenina, etc... ( cito a
Luce Irigaray, cuya obra es la mas conocida). Lacan elabora entonces una versión -lógica y topológicapara
situar esa especificidad de la “posición femenina” sin abandonar por ello la referencia a la concepción
universal de un sujeto del inconsciente determinado por la castración (función fálica). A diferencia de Freud
–afirmará-- no “obligo” a las mujeres a tomar la única vía de la solución fálica”, comento así muy
brevemente una complicada cita de su texto L’Etourdit. Si hubiera una “especificidad” de lo femenino --es lo
que intentaban sostener las feministas “de la diferencia”-- debe situarse en un “más allá” de la función fálica
--pero no sin referencia a ella--, en una posición en la que el goce del sujeto que ha optado (hay en efecto
“elección sexual”...) por esa “posición femenina” --sea identificado anatómicamente y/o socialmente como
hombre o mujer, lo cual no es una “identificación” sin consecuencias-- no está totalmente organizada por la
lógica fálica, especificidad de la “posición femenina” que consiste en acceder a una modalidad de goce otro
que el goce fálico, apertura de un goce no del todo fálico, un goce suplementario al goce fálico, aclara
Lacan. No se trata pues en esa posibilidad del uno o del otro.
La delimitación de ese campo del goce sexual distribuido en el campo de lo sexual en un goce totalmente
fálico y en un goce no del todo fálico, permiten nuevas elaboraciones de la disyunciones de las que hemos
hablado y la configuración de una nueva clínica en lo que concierne a las formas de anudamiento del
deseo, del amor y del goce.
En todo caso, deja abierta para las mujeres la “libertad” de situarse de otra manera que la que Freud
prescribía (con cuidado sin duda) como siendo la “normal”, vale decir la solución por el goce fálico de la
maternidad. Y si Freud había hablado de tres destinos de la sexualidad femenina: la anestesia sexual, la
elección masculina, y la que para él era la propiamente femenina... con su bien conocido aforismo “La mujer
no existe”, Lacan opta por dejar en el uno por uno de cada una, la elección de su modalidad de goce.
Abandona así el intento de construir una categoría universal de LA mujer, punto al que arribarán por otra
parte gran parte de los movimientos feministas.
Para el psicoanálisis toda erótica (Lacan se lamentaba que desde la época del amor cortés nada nuevo se
había inventado en nuestra cultura occidental, aunque él mismo evoca la aportación al arte amatorio de las
Preciosas del siglo XVII) debe tener en cuenta, no tanto la promoción de tales o tales prácticas sexuales --
novedosas o no--, sino la estructura del deseo en tanto deseo del Otro y la existencia del goce gobernado
por un mas allá del placer (por lo cual no puede confundirse la ética de su erótica con una tecnología de la
obtención de placeres. Ver en este sentido la última parte de la obra de Michel Foucault entre otras
referencias posibles)....
Hoy día, la incidencia del deseo femenino y del deseo homosexual ha introducido verdaderos cambios en el
“orden de la sexualidad” (ver en este sentido los trabajos de Marcela Lacub, jurista y no ajena al debate en
el que participan los psicoanalistas). Es este un punto indiscutible: nuevas organizaciones familiares,
nuevas reglas de la filiación, con inclusión de homoparentalidad al orden del día, nuevo régimen entre lo
permitido y lo prohibido en el campo de la sexualidad.
La sexualidad “consensuada” hoy día modelo dominante, remite más que a la dimensión de la ley y la
prohibición a la dimensión del contrato y el consenso. Las sexualidades hoy día “punibles” pertenecen al
dominio del ejercicio de prácticas sexuales sin consentimiento, los llamados “abusos” sexuales (violaciones,
malos tratos, abusos de menores, pedofilia, etc...). La noción del contrato toma un lugar central (dimensión
del contrato que se hace explícita en el ejercicio de ciertas prácticas, por ejemplo el contrato S/M, y que es
ofrecida en el “proyecto” de la formación de una comunidad “contra sexual” (propuesta de Beatriz Preciado).
El malestar actual no proviene de la represión pulsional (como Freud lo suponía) sino por el contrario por la
disyunción, de la autonomización y de la legitimización del registro pulsional (C. Soler*).
Nuestra pregunta específica para el debate sería pues:
De qué manera ese nuevo “orden de la sexualidad” --ya no regido por el principio de la represión, sino por
la regla de la sexualidad consensual y por la apertura hacia la liberalización de formas de sexualidad
anteriormente excluidas, prohibidas o marginalizadas...-- se conjuga con el Eros del Heteros (nombre con el
que Lacan define el espacio de lo femenino como alteridad del Uno fálico).
La respuesta no es evidente y la liberalización de las “prácticas sexuales” no se retraduce forzosamente --
pero tampoco puede afirmarse que haga obstáculo a ello-- por una extensión del eros del heteros.
Por ejemplo, la liberación de las mujeres en cuanto a su estatuto jurídico, económico y político, ¿ha
ampliado el campo de ese Eros específico de la posición femenina? o muy por el contrario ha ampliado
oenicamente el acceso de las mujeres a los bienes Fálicos, lo cual no está mal sin duda alguna. En este
sentido puede leerse en lo que M. Lacub llama El Imperio del vientre, el nuevo poder adquirido por las
mujeres sobre el derecho a la procreación asistida, a la custodia de los niños, etc. Un orden que deja lugar
al deseo de hijo que no pasa por el deseo de un hombre.
Proponemos en cambio poner el acento sobre la disonancia que existe entre la organización social regida
de manera dominante por lo que Lacan llama el “Discurso capitalista” --que no quiere saber nada de las
cosas del amor y que forcluye a la castración-- y el desarrollo de ese eventual Eros femenino.
En cambio diríamos que no hay forzosamente disonancia entre ese discurso y la promoción de propuestas
de “sociedades contra sexuales” que promueven el derecho a la existencia de prácticas sexuales otras que
las reducidas a la genitalidad y la reproducción y que constituyen sin duda alguna propuestas de un “nuevo
cuerpo de erotización”, pero que no parecen concernir a la erótica específicamente femenina que Lacan
ejemplificaba, por ejemplo como la experimentada en la experiencia mística.
Michel Foucault hablaba de la invención de nuevos placeres en la última parte de su obra cuando retorna a
la idealidad de una supuesta sexualidad organizada al margen del poder en la antigua Grecia. Sin duda ese
tipo de propuestas provienen mayoritariamente del campo de la cultura gay y lésbica desde donde se han
producido nuevos discursos sobre la sexualidad elevando así a nivel del discurso colectivo lo que podía
aparecer anteriormente como “síntomas” estrictamente singulares (y además marginalizados, excluidos,
“insultados”). Eso modifica sin duda alguna el carácter del síntoma, como dice C. Soler*, cuando adquiere
ese valor de “idealidad” para una comunidad.
De paso, aclaro mi posición ante estas promociones de nuevos discursos sobre la sexualidad que a mi
entender son demasiado apresuradamente diagnosticados por algunos psicoanalistas como promoción en
la escena social de una suerte de perversión generalizada.
De todos modos, y ello es seguro, el psicoanálisis no tiene porque evaluar “éticamente” (moralmente, si
quieren para ser mas sencillos) esas diversas versiones y propuestas. Sobre ese punto Lacan es explícito:
“El analista no tiene porque tomar partido, pero si le corresponde “dresser un constat” (hacer un inventario,
podría traducirse), estar al tanto digamos de esas variaciones del “orden de la sexualidad” como lo propone
Lacan en su texto L’Etourdit.
En todo caso y sin duda alguna el Eros Femenino se lee hoy, como ayer, principalmente (no
exclusivamente) en los avatares de la vida amorosa. Las exigencias del amor siguen vigentes y las
patologías del amor nos informan más que las nuevas practicas eróticas sobre la especificidad de esa
posición femenina que hoy como ayer siguen encontrando en el discurso psicoanalítico la posibilidad del
mantenimiento de un lazo social donde el amor (vía amor de transferencia) sigue jugando su partida
desafiando las leyes de la rentabilidad del goce fálico.
Recordemos que Lacan precisa las dos formas de suplencia a la relación sexual que no se escribe: la
llamada “masculina” suple con el fantasma (vale decir con el montaje del sujeto del inconsciente con sus
objetos pulsionales) y la modalidad “femenina”, toma preferentemente la suplencia por la vía del amor (hace
vínculo social).
En el eros femenino, el deseo no se orienta primordialmente por el objeto pulsional del montaje
fantasmático y el goce está íntimamente anudado con el amor (vale decir, que los malestares de su
disyunción están al orden del día en la clínica de las mujeres...).
Esa erótica pues de la posición “femenina” mantiene las “exigencias del amor” con las que el discurso
capitalista nada quiere saber...
Podemos entonces postular como contrapunto la afinidad del Eros Femenino con el discurso del analista
que mantiene un lazo social no desligado del amor, aun con la complejidad de la modalidad del amor de
transferencia que pone en juego en parte la dimensión verdadera del amor.
Ese “eros femenino” es más reacio a la contabilidad y se juega contingentemente una por una (o uno por
uno). Singularidad y contingencia que ponen un límite al cálculo de la rentabilidad fálica...y la universalidad
abstracta del “para todos” del goce fálico y del sujeto a-sexuado que es la que permite por otra parte ofrecer
en el mercado objetos diversos a las satisfacciones pulsionales.
Cabe por otra parte interrogarse sobre la relación entre la erótica masculina en su vertiente actual y la
erótica femenina en lo que concierne a la desintrincación o no de los vínculos sociales (Pero es este un
tema que requeriría sin duda un desarrollo que va más allá de los límites de se “homenajee” al que nos
convoca nuestra mesa redonda aquí constituida). Curiosamente Lacan propone una suerte de inversión de
la relación entre cultura y eros masculino o femenino respecto al que había propuesto Freud.
La clínica del caso por caso que es la que practicamos, nos impone mas que nunca la distinción entre la
posición subjetiva histérica y la posición sexuada femenina en el análisis de las mujeres.. No aceptamos
pues el borramiento clínico de la histeria tal como se presenta en las clasificaciones nosológicas
dominante....no analíticas. No habrá forma de abordar el Eros femenino sin tener en cuenta esta particular
división de las mujeres entre su posición como sujeto y su posición como sexuada.
Tampoco habrá forma de levantar los malos entendidos entre los movimientos feministas y “queer”** si no
sabemos distinguir entre el sujeto jurídico (por el cual podemos reclamar una igualdad de tratamiento social,
jurídico y político) y las diferencias de la sexualidad, que se retraducen en las diferentes modalidades en
que hombres y mujeres inventan sus soluciones ante la disyunción entre las dimensiones del amor, del
deseo y del goce y soportan los malestares que ella produce.
A mi entender suele invocarse en el medio psicoanalítico con frecuencia una asociación que me parece
cuestionable entre el incremento de la igualdad de la “ideología de los derechos “universales”“, muchas
veces dicha “ideología de la paridad” y el borramiento potencial de la diferencia de los sexos que jamás
ordenará en el plano de la paridad las relaciones de amor, del deseo y del goce entre sujetos sexuados del
mismo o de distinto sexo.
Por supuesto hay modas, hay semblantes que varían y rápidamente para dar cuenta de la comedia entre
los sexos: del unisex a la proclamación de la bisexualidad para todos o de la invocación de una sexualidad
plástica y multiforme tan contraria, por otra parte, a la experiencia....de las nuevas posibilidades ofrecidas
por las innovaciones técnicas, Internet y otras,....
Esos semblantes afectan tanto a los hombres como a las mujeres, la tan problemática “masculinidad”
también vacila en sus soportes identificatorios en la reacomodación del nuevo orden sexual de la diferencia
de los sexos.
Sobre lo que no cede el psicoanálisis es sobre la lección del “malestar” (mal-dicción) en la sexualidad:
ningún orden sexual lo eliminará. En este sentido la noción de síntoma en el psicoanálisis difiere de la
definida en los campos de los feminismos y de la llamada teoría Queer que adjudican el orden del malestar
de la sexualidad a la imposición social de las normas pre-establecidas o en vías de establecimiento, vale
decir oenicamente a la coerción de las formas de poder sobre la sexualidad.
En lo referente al psicoanálisis su única prescripción radica en frenar el desencadenamiento imperativo
nocivo de un superyó que proclamará un derecho, que se oirá como una orden- a gozar sin restricciones
(“Jouir sans entraves” era el slogan de la época de la liberación de la sexualidad antes que la emergencia
del VIH atenuara mortalmente tal impulso)... frenarlo...por qué? porque es imposible!
_______________________________
*: Ver entre otros trabajos de C. Soler, su texto Subversion sexuelle que se encontrará en la publicación de
las Actas de las jornadas de julio 2004 del Forums du Champ Lacanien (EPCL). El tema de estas jornadas
“Clínica de la vida amorosa”. Muchos trabajos presentados en esta publicación amplian algunas tesis aquí
esbozadas. C. Soler aborda en más de una ocasión diversos puntos aquí esbozados. Puede consultarse
por supuesto su ya bastante conocido libro Lo que Lacan decía de las mujeres (existe en versión
castellana).
** En otras ocasiones me he dedicado a una lectura de la obra de Judith Butler, sin duda alguna, una de las
pensadoras más interesante del pensamiento feministas y queer de estos ultimos años.

13 DE JUNIO - DIA DEL ESCRITOR





"La poesía no es del que la escribe sino del que la necesita", dice en el filme El Cartero uno de sus protagonistas. Y en esa frase parece estar escondida sin más vueltas la función del escritor: llevar pensamientos, historias, fantasía, sentimientos, narraciones o simplemente palabras con sentido a sus lectores. Es lo que hacía por ejemplo Leopoldo Lugones, uno de los más prestigiosos escritores de nuestro país, a quien hoy recordamos.

El escritor es una persona con profunda y permanente necesidad de comunicarse, aunque paradójicamente lo haga en silencio. Y es asombrosa la riqueza que se produce en esa especie de diálogo sin palabras dado entre quien escribe y quien lee lo escrito. Esta forma de comunicación posee la virtud de lo perdurable y la riqueza de lo meditado, porque quien deja algo escrito lo firma para siempre (no como a las palabras, que "se las lleva el viento"), y quien lee tiene a su vez la oportunidad de detenerse a pensar, analizar y digerir lo leído, para luego continuar. Y así puede volver sobre un texto cuantas veces quiera, seguramente encontrando nuevos significados sucesivamente. Este era, precisamente, uno de los grandes dones del gran escritor y aviador francés Antoine de Saint Exupery, autor de "El Principito" y su indeleble máxima: "Lo esencial es invisible a los ojos". Esta obra que nunca pasará de moda posee la virtud de generar diversos sentidos según la óptica del lector, e incluso del mismo lector en diferentes edades. Así, por ejemplo, la misma persona que ve en "El Principito" un simpático cuento infantil al leerlo de niño, podrá encontrar en él una profunda reflexión sobre el sentido de la vida si vuelve a leerlo algunas décadas después.

Hay al servicio de los escritores diversos géneros literarios: novelas, cuentos, poesías (en sus variadas formas), ensayos, artículos periodísticos, narraciones históricas, aforismos, etc. Cada uno frecuenta aquellos con los que siente mayor afinidad y mejor se adaptan a su propio estilo y a lo que quiere transmitir. Así es que Jorge Luis Borges, por ejemplo, nunca escribió una novela. Volcaba su imaginación en los cuentos, su pensamiento en ensayos y su creatividad en poesías.

Leopoldo Lugones, en cuya memoria se conmemora hoy el Día del Escritor, nos dejó una obra abundante y multifacética, en la que recorre la mayoría de los géneros. Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos y fundó la Sociedad Argentina de Escritores.

Lugones nació precisamente un 13 de junio (1874) en Villa María del Río Seco (Córdoba) y falleció el 18 de febrero de 1938 en el Delta del Paraná (Tigre, Buenos Aires). Su familia era tradicionalmente cordobesa y en la capital provincial cursó sus estudios superiores. Hijo de Santiago Lugones y Custodia Argüello, era el mayor de cuatro hermanos, y ya a los diez años se destacaba por su memoria y su gusto por la lectura.

En su etapa universitaria en Córdoba, desarrolló su veta literaria y de periodista. Se definió tempranamente como anticlerical en el pensamiento libre y hasta llegó a fundar un centro socialista, aunque su pensamiento, siempre polémico, fue cambiando con la edad, a tal punto que en 1924 hizo famosa en Ayacucho la frase "ha sonado en América la hora de la espada". Es que siempre estuvo volcado de lleno a la discusión por el destino de un país que él veía a la deriva y desorientado.

En 1896 su vida dio un vuelco decisivo: se casó con Juana González y se mudó a Buenos Aires, donde se unió a un grupo socialista de escritores rebeldes contra el orden social y político, que integraban José Ingenieros, Roberto Payró, Alberto Gerchunoff, Miguel Ugarte, Ernesto de la Cárcova.

Ganó prestigio como poeta, orador y polemista, y comenzó a publicar en periódicos como el socialista "La Vanguardia" (desde allí canta a la ciencia y a la igualdad, llama a la lucha por las ideas y hasta deja traslucir sus dolores) y el roquista "Tribuna", y también en "La Nación" (gracias a su amigo Rubén Darío), donde llegó a dirigir el suplemento literario.
En 1897 nació su único hijo y publicó su primer libro: "Las montañas del oro" (poesía). Fue la primera obra de su prolífico legado, que lo convertiría en una de las figuras centrales de la cultura argentina.

Su obra
Las primeras tres décadas del siglo XX dieron marco a su extensa obra:

Comenzó en 1904 con el ensayo "El imperio jesuítico", continuó con "La guerra gaucha" (un relato histórico sobre la epopeya de Güemes, 1905) y se sucedieron "Los crepúsculos del jardín" (1905), "Las fuerzas extrañas" (1906) y "Lunario sentimental" (1909). En 1910 publicó "Piedras liminares"; "Prometeo"; "Didáctica"; "Odas seculares" y "Las limaduras de Hephaestos".

La década siguiente la inició con "Historia de Sarmiento" (1911), a la que siguió "Elogio de Ameghino"; "El ejército de la Ilíada"; "La industria de atenas"; "El payador" (conferencias sobre "Martín Fierro" dadas en 1916); "El libro de los paisajes"; "Las industrias de Atenas"; "Mi beligerancia" y "La torre de Casandra".

Su último decenio como escritor comienza con "El tamaño del espacio" (1921), obra que precedió en los años 20 a "Las horas doradas"; "El romancero"; "Filosofícula"; "Estudios Helénicos"; "Cuentos fatales"; "El imperio jesuítico" (donde muestra la activa labor de los misioneros jesuitas en el país); "La reforma educacional"; "Nuevos estudios Helénicos"; "Poemas solariegos"; "La patria fuerte"; "Política revolucionaria" y "La grande Argentina", estos 4 últimos de 1930.

En 1930 también publica "Acción", donde reúne sus famosas conferencias en el teatro Coliseo, en las que se refiere a temas patrióticos y habla sobre la invariable sentencia de los pueblos. Finalmente, su libro póstumo es "Romances del río seco", una obra en poesía.

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Ilustración: Iván Novikov