ADICCIONES – DROGODEPENDENCIAS
El de las drogodependencias es un campo
de investigación. Síntoma de nuestros tiempos, ante la primer mirada, semeja un
conglomerado en el que cabe lo socio-económico-político, lo médico
psicoanalítico, lo psicoterapéutico, lo preventivo, lo cultural, lo psicológico,
es por ello una de las patologías propicias a la articulación de prácticas.
Trataré de mostrar la fundamental
importancia de la práctica psicoanalítica.
Las conversaciones que generan los
grupos de “Alcohólicos Anónimos” son todas en su contra: La sociedad, la
cultura en general es culpable ya que el adicto ha sido visto como un
condenado. Por ej.:: Van a las reuniones de de alcohólicos como si fuesen a
misa y faltar les ocasiona una gran culpa, peor que cuando se drogaban.
Toda adicción lleva consigo un
interrogatorio al padre, un permanente diálogo con la ley, pero no me estoy
refiriendo tan sólo a un padre o sustituto desafiado en la realidad, sino a
aquella instancia que en el orden de la intersubjetividad viene a instaurar una
diferencia entre el deseo y el objeto de la satisfacción, demanda de la ley, tiende
a confirmar o a desconfirmar su existencia. Para comprobar su alcance y
eficacia, requiere del límite para
situarse más allá de él. Esta crisis de autoridad, es lo que todo adicto quiere
confirmar en la relación transferencial con el analista.
El deseo inconsciente de reparar la
falta de pene de la madre se denomina “deseo de la madre”, por oposición el
mandato que impone la diferencia sexual y prohíbe el incesto se denomina “ley”.
El sujeto adicto vive la cuestión del
“deseo de la madre” como una culpa original y obligación a repararla, intenta
mediante el acto de la droga, consumar el deseo incestuoso, pero como existe la
ley que lo prohíbe, el resultado es ser culpable. Al oponerse a la ley, el
sujeto compulsivo se enfrenta al principio de realidad embanderado en el placer
y la libertad sin límites, choca con la realidad, ciego a las diferencias.
El paciente adicto ingresa a un ámbito
que lo condena a ser lo que es y olvidarse que su vida puede continuar por ese
camino, él es culpable de no poder ponerle un límite y debe aceptar como un
corderito.
Por otro lado, si se piensa en el alcohol, aún en el caso
que deje para siempre la bebida será considerado un alcohólico. Es decir, no promete
el ingreso a los “alcohólicos anónimos” curar su enfermedad, sino que para
siempre será un adicto. Tendrá que abandonar a sus amigos anteriores con los
que realizaba esas aventuras que lo perjudicaban. Entrar a un bar, es como
tener una maldición y ni que pensar la famosa “noche”, donde todos los adictos
se emborrachan, él mientras intente curarse, tendrá que huir.
Así termina pensando de sus compañeros
anteriores como antes se pensaba de él en los círculos a los que él no
pertenecerá jamás.
En la actualidad la situación de
ingreso, a una institución que tratará a la droga como el factor que determina
su angustia, frustración, éxito o incluso felicidad, está justificada por los
problemas sociales que se generan alrededor del paciente
Este sentimiento de “condenado y fuente
de todo mal”, está difundido hasta tal punto que al mismo paciente cuando llega
a consulta, tenemos que convencerlo de que la droga no tiene ese poder
omnipotente que él le ha otorgado sobre su vida, llevándola hacia el caos.
Es necesario convencerle, de que también
existe una mente y una personalidad en él, donde tiene que dar lucha.
(continuamos la próxima)