miércoles, 27 de noviembre de 2013

PSICOANÁLISIS PARA TODOS


Viví de otra manera, con PSICOANALISIS se puede.

Las distintas enfermedades son formas que adquiere el silencio, lo no-dicho, lo oculto, lo insabido
.Nadie se
cura haciendo lo que se le da la gana.
Hacer lo que a uno se le da la gana, es el mecanismo que usa la enfermedad para instalarse como enfermedad.
Muchas de nuestras acciones se hacen sin nosotros, y esto que parecería ser una locura es justamente lo que nos acerca a ella.
El hombre se levanta y siente que su vida ha quedado atrás, en un posible olvido. Sin embargo no sabe, no conoce, no imaginar poder saber de si, quien es, que quiere y para eso deberá construir un diálogo con Otro, del cual se hará cargo el analista. Sin ocupar su lugar, dejará que el viaje se construya entre ambos, un diálogo donde la propuesta es hablar de lo que aún no se.
Muchas fueron las veces donde me pregunté si era posible la vida en el mundo y muchas otras le sospeché una vida paralela.
El encuentro con la verdad sigue sin poder nombrarse.
El inconsciente es producción deseante que fluye sin límites, en ella la muerte, es metáfora de un verdadero cambio de piel.
No es necesario llegar a la cúspide de ninguna montaña para quien ha podido con su intención, ir tomando confianza en las posibles e inevitables transformaciones.
Consultar a un analista implica una decisión, quiero saber quien soy.
El inconsciente está siendo sumergido en la palabra, funciona en mi sin yo saberlo, sin que sepa nada de él, pero es un saber que sin saber poseo, y este, es el nuevo campo ideológico que abre el Psicoanálisis, el de “un Saber, no-sabido por el sujeto”
El saber es lo que se articula, está ubicado del lado del que acepta y solo se abre al saber quien se atreve a conocer su ignorancia.
La causa busca abrir caminos.
La práctica psicoanalítica reivindica el lugar de una reflexión sobre la situación del hombre en el mundo.
Es porque algo ha sido atado a la palabra, que el discurso puede en el análisis desatarlo. Un análisis procurará a un sujeto, el pasaje de una realidad psíquica a una realidad verdadera.


Lic. Lucía Serrano - Psicoanalista
TE. : 4-749-6127 – 15-5940-2292

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL PRESENTIMIENTO DE LA LOCURA - E.M. CIORAN


Nunca comprenderán los seres humanos por qué algunos de ellos son

condenados a la locura, por qué existe esa fatalidad inexorable que es la
entrada en el caos, en el cual la lucidez no puede durar más que el
relámpago. Las páginas más inspiradas, aquellas de las que emana un lirismo
absoluto, esas páginas en las que se siente uno abandonado a una exaltación,
a una ebriedad total del ser, sólo pueden escribirse en un estado de tensión
tal que todo regreso al equilibrio resulta tras él ilusorio. De ese estado no se
puede salir indemne: el resorte intimo del ser se ha roto, las barreras
interiores desmoronado. El presentimiento de la locura se produce
únicamente tras experiencias capitales. Creemos entonces haber alcanzado
alturas vertiginosas, en las cuales vacilamos, perdemos el equilibrio y la
percepción normal de lo concreto y lo inmediato. Un gran peso parece
aplastar el cerebro como para reducirlo a una simple ilusión, y sin embargo
es ésa una de las pocas sensaciones que nos revelan, justamente, la horrible
realidad orgánica de la que nuestras experiencias proceden. Bajo esa
presión, que intenta golpearnos contra la tierra y hacernos estallar, surge el
miedo, un miedo cuyos componentes son difíciles de definir. No se trata del
miedo a la muerte, que se apodera del ser humano para dominarlo hasta
asfixiarlo; no es un miedo que se insinúa en el ritmo de nuestro ser para
paralizar el proceso de la vida que se lleva a cabo en nosotros —es un
miedo que atraviesan relámpagos poco frecuentes pero intensos, como un
trastorno soportado que elimina para siempre toda posibilidad de equilibrio
futuro. Es imposible delimitar este extraño presentimiento de la locura. Su
aspecto aterrador proviene de que percibimos en él una disipación total, una
pérdida irremediable para nuestra vida. Sin dejar de respirar y alimentarme,
yo he perdido todo lo que nunca pude añadir a mis funciones biológicas.
Pero ésa no es más que una muerte aproximativa. La locura nos hace perder
nuestra especificidad, todo lo que nos individualiza en el universo, nuestra
perspectiva propia, el cariz particular de nuestro espíritu. La muerte
también nos hace perderlo todo, con la diferencia de que la pérdida es en
ella el resultado de una proyección en la nada. De ahí que, aunque
persistente y esencial, el miedo a la muerte sea menos extraño que el miedo
a la locura, en la cual nuestra semipresencia es un factor de inquietud
mucho más complejo que el terror orgánico a la ausencia total
experimentado ante la nada. ¿No sería acaso la locura una manera de evitar
las miserias de la vida? Esta pregunta sólo se justifica teóricamente, dado
que, en la práctica, quien es víctima de ciertas ansiedades considera el
problema de modo diferente presentimiento de la locura va acompañado del
miedo a la lucidez durante la locura, el miedo a los momentos de regreso a
sí mismo, en los que la intuición del desastre podría engendrar una locura
aún mayor. De ahí que no exista salvación a través de la locura. Deseamos
el caos, pero tememos sus revelaciones.
Toda forma de locura es tributaria del temperamento y de la condición
orgánicos. Como la mayoría de los locos se reclutan entre los depresivos, la
depresión es fatalmente más abundante que la exaltación alegre y
desbordante. La melancolía profunda es tan frecuente en ellos que casi
todos padecen tendencias suicidas. ¡Qué difícil solución es el suicidio
cuando no se está loco!
Me gustaría perder el juicio con una sola condición: tener la certeza de
ser un loco jovial, sin problemas ni obsesiones, jocoso durante todo el día.
A pesar de mi deseo vehemente de éxtasis luminosos, si estuviese loco no
los desearía, dado que tras ellos siempre se producen depresiones. Por el
contrario, me gustaría que un manantial de luz brotase de mí para
transfigurar el universo -un manantial que, lejos de la tensión del éxtasis,
conservara la calma de una eternidad luminosa, que tuviera la ligereza de la
gracia y el calor de una sonrisa. Quisiera que el mundo entero flotasen ese
sueño de claridad, en ese encantamiento transparente e inmaterial. Que no
hubiese ya obstáculos ni materia, forma o confines. Y en ese paraíso, yo
muriese de luz.


jueves, 14 de noviembre de 2013

Psicoanálisis y Poesía

Porque la poesía es la que legisla ese saber y ese no saber. Y es en la poesía donde el deseo y la locura plasman su ser. Se sabe de antaño que la poesía (mucho antes que las matemáticas dieran un nuevo rumbo a la humanidad) hablaba de una voz más acá de dios y, sin embargo, humana. A partir de ese momento, a la razón de las ciencias se le oponía lo que había sido su propia posibilidad de ser, la poesía. Y la poesía como sinrazón, como estallido sangrante en medio de cualquier vida, de cualquier historia. Aun, como sinrazón, cuando los más ambiciosos tratando hacerla más aceptable la transformaban en filosofía. Quiero decir que mucho antes que la locura hablara por sí misma, la poesía habló por ella.
Miguel Oscar Menassa - 1979

miércoles, 9 de octubre de 2013


                                        HOMOSEXUALIDAD Y CULPA

En el desarrollo humano, el paso por la definición sexual está marcado por las denominadas relaciones de objeto, considerando como tal al complejo afectivo del niño con las figuras parentales.
Al inicio, el primer lazo afectivo es con la figura materna, lazo que generará una deuda de carácter simbólico imposible de pagar debido a una demanda del niño que siempre era satisfecha por la figura materna.
Todo individuo está tocado por esa primera relación, marca definitiva que origina la entrada en el llamado complejo de Edipo, donde la figura del padre y de la madre origina una corriente de identificaciones en el niño que según la resolución de las mismas, las elecciones de objeto sexual serán hombres o mujeres.
En el proceso de elección de objeto sexual el sujeto debe pasar por la angustia de separación de la figura materna, si no, no habrá paso al mundo de lo humano.
La sexualidad está tocada por la palabra y también es sinónimo de especie en el hombre como reproducción. Hombre y mujer conciben el mundo en la fusión de un todo como gesto de amor hacia lo mortal humano y que garantiza la perpetuación de la especie.
Salvo para la reproducción, los órganos genitales en el resto de las especies, no son de otra utilidad; sin embargo, los sujetos del lenguaje, han hecho de los mismos no sólo objetos de uso para la reproducción, sino que han adquirido la significación de órganos destinados a un goce que está tocado por la palabra en tanto que al hablar se demanda, el sujeto queda atrapado en el campo de su propio deseo.
Sin embargo, el goce de lo sexual es causa de mal-estar en la cultura, goce donde todo aquello no destinado a la reproducción llega a producir en los sujetos un malestar en base a querer gozar demasiado.
La represión de la libido garantiza su no realización pero no evita la producción de desplazamientos libidinales por caminos no habituales que pueden desembocar en la aparición de síntomas físicos y psíquicos.
Si de algo se trata, aun en la represión de los deseos, de un modo u otro siempre hay garantía de la expresión de los mismos, en un tiempo que si bien es atemporal, dicha carga libidinal esperará ante la mínima eventualidad o fisura del aparato de la represión para allí mostrarse el deseo sexual reprimido como síntoma, como acto fallido, como lapsus o como sueño.
Es así que de todo puede escapar el sujeto menos de sí mismo y de sus pulsiones.
Cuando hablamos de culpa en la homosexualidad, hablamos de culpa inconsciente. El sujeto no sabe de esa culpa pero algo siente en forma de angustia y la producción de la misma es siempre por haber un goce de más, porque si de algo se siente culpable el homosexual es de atentar contra la especie.
El homosexual, ha renunciado a la especie, a la reproducción y por tanto a las diferencias sexuales, es decir, sólo tolera la genitalidad de alguien de su mismo sexo. Las diferencias le ocasionan angustia y sólo puede cuando está frente a uno como él mismo, imagen especular de su propia imagen.
Cuando se acusa al homosexual de ir en contra de natura, quiere decir que desde el punto de vista de la especie, sí que es ir en contra de natura, porque en la elección de objeto homosexual, hay un decir que no hacia la especie, hacia la supervivencia de la misma.
Y si en algo es mal vista la homosexualidad no es porque dos hombres o dos mujeres se besen o hagan el amor, sino porque en ese gesto, se atenta contra la procreación y es algo que la propia especie nunca va a permitir, pues supondría el final de la misma por lo tanto la culpa se genera por esos deseos inconscientes de anular las diferencias.
El homosexual no nace, se hace en el proceso de identificación con la figura materna y los diferentes tipos de homosexualidad quedan establecidos por los modos de renuncia al objeto primordial materno.
Este objeto primero e inicial de deseo, tanto en hombres como en mujeres, al cual hay que renunciar para entrar en la circulación de lo humano, ese objeto, primordial por lo que constituye para el niño, es la madre, objeto de deseo como marca incondicional y estructural hasta el final de la vida. Deseamos siempre para volver a encontrar la situación inicial mítica con aquella madre que un día  nos dio todo sin pedirnos a cambio nada y es en ese gesto de amor donde se originó la deuda simbólica y a la vez la interdicción o prohibición hacia la misma, pues había que renunciar a su amor para poder amar, para poder entrar en la cadena de amor con los semejantes.
Por lo tanto, se aconseja psicoanálisis para poder resolver el conflicto que el homosexual tiene con sus deseos y la culpa que le producen los mismos.

                                              Lic. Lucía Serrano TE. 4-749-6127 -Tigre

domingo, 29 de septiembre de 2013

POESÍA Y PSICOANÁLISIS (1971-1991)
20 años de la historia del Grupo Cero
1988 - MADRID
PROPUESTA DIDÁCTICA
Lo digo de esta manera en el intento de diferenciar lo grupal, de lo institucional. Es decir esto que escribo es una carta dirigida al Grupo Cero, de las circunstancias que me llevaron y me mantienen en la dirección de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
Lo primero que se me ocurre decir es, que dirigir una institución es función para alguien que tenga algo en la cabeza, como mínimo cuáles son los objetivos de la institución que dirige, y yo, debo decirlo, no tengo nada en la cabeza, a no ser en las semanas más terribles los números de la loto, o las cantidades de dinero que me faltan o que tengo para vivir. El resto, teorías, ideologías, formas y rumbos de una dirección, todo eso, está, para mí, en los libros y es muy malo cuando estas cosas pasan de los libros a la cabeza de la gente.
Es decir, que estoy a punto de confesar haber cometido, por lo menos en apariencia, un error: haber coordinado una institución como si fuera un grupo, en lugar de dirigirla. Sin embargo, los efectos bajo esa forma de dirección no son desechables. Sino más bien, en su mayoría rectificables y con capacidad de transformación. Quiero explicarme: un día, para que todo fuera posible, tuve que cambiar de manera de vestir, luego tuve que cambiar de manera de follar, luego tuve que cambiar mis maneras de usar el dinero, pero ahora, para que todo siga siendo posible, tengo que cambiar de manera de ser. Es decir dejar de lado, por ahora, esas tonterías del ser, y ponerme a trabajar como una bestia en el intento de formar a esas treinta bestias que me rodean, por ser director de una escuela de psicoanálisis. Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir en psicoanálisis sólo es posible en el marco de la transferencia analítica.
No es, entonces, sencillamente que me enfrento a 30 alumnos que vienen para conocer mis conocimientos. Estas treinta pasiones están ahí, donde están, por muy otra cosa. Son treinta combatientes que antes de serlo para alguna causa, lo serán en la tarea única a la cual los invito para transmitirles, eliminarme.
Vienen por un saber que desconozco y harán brotar de mí, lo que no poseo. Mi vida, de aceptar el contrato, también dependería de ellos. Tarea ardua la del guía que desconociendo el camino, sólo confía, dejándose llevar por el conjunto de esas pasiones, absolutamente incapaces de distinguir un desierto de un poblado. Sé que todo el trayecto estará plagado de descubrimientos y fiestas. Cada desierto, cualquier desierto, será un descubrimiento, todo poblado, cualquier poblado, será una fiesta. Algo se alcanzará y algo se perderá en el próximo paso.
Y el que quiera quedarse con el paso anterior, contenerlo, aunque superado, no solo será hegeliano, sino que terminará sucumbiendo víctima de su propia pereza.
Veinte años posicionado ahí, deseando eso y lo conseguirás, a mí me lo dijeron cuando mostré mis primeros cuadros y ahí, ya estoy en la mitad del recorrido y ahora yo les transmito a ustedes el mismo decir, haciéndolo psicoanalítico.
Después todavía faltará afinar el estilo, preparar, aún, un buen decir para la muerte.

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2969)

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2965)
La escritura no es un lujo o algo obligatorio, es condición de posibilidad. Pero no es necesario que escriban todos, ni que se sientan obligados a ello. Alguien escribirá y esa será nuestra escritura. Y escritura no sólo es álgebra sino fundamentalmente poesía.
Ejemplo didáctico:
Cuando se abran los vientres, yo no tomaré nada.
Entre los despedazados cuerpos confusos y alertas,
entre la poca realidad, lo negro, la débil vida,
amante del cuerpo de la letra, diré mis palabras.
Vengo de aquí, soy de aquí mismo, roca de soledad:
Nací en vuestra mirada, nací en vuestra impudicia.
Nací como una fuente enloquecida, aguas del deseo,
para dejar palabras, voz de la poesía, en libertad.
Tengo, por haber atravesado los confines del hombre,
por haberme deslizado en la mirada de la muerte,
algo del universo, una partícula de infinito en mi voz.
Vengo de aquí, soy de tus propias entrañas, el eco,
alucinado y luminoso de tu propio silencio oscuro,
el eco donde el tiempo, arrasa la memoria.
Conclusión posible: Lo que ustedes me demandan es harto complejo. La poesía califica vuestra demanda de imposible, por alucinada y silenciosa. Pero es precisamente ahí, donde más honda es vuestra preocupación, ahí, precisamente, donde nada de lo que os proponíais es posible, ahí, os digo, precisamente, habéis dado vuestro primer paso en el campo predilecto del psicoanálisis: lo imposible, lo nunca sido que hace sus efectos, lo que habrá sido, es hoy.
Felicito, entonces, a aquellos de ustedes, que deseen encontrarse conmigo en lo que yo denomino mi lugar de trabajo. Todos los días subiremos al cuadrilátero donde el sujeto cuadra su ser desaparecido por haber entrado segundo en las dos únicas competencias en las cuales se le dejará participar como sujeto. Barrido primero y eclipsado después, es segundo de su imagen (aún suya) y segundo de la palabra (ya del Otro).
No subiremos al cuadrilátero para combatir, ni daremos vueltas empecinadamente entre los redondeles, anudándolos en diferentes posiciones para vencernos, pero, la verdad es que combatiremos y venceremos. Y eso será un largo recorrido, cuando ya no haya por qué combatir, ni a quién vencer, comenzará el psicoanálisis. La pulsión de muerte generalmente muda, la mayoría de las veces sorda y ciega, se manifiesta a los gritos y bajo las formas más increíbles de aparición, en todo proceso de transmisión del psicoanálisis.
Así que, en principio, el candidato tendrá que combatir y será siempre vencido. Su aprendizaje que, ahora, el mismo candidato puede utilizar para autorizarse a la segunda etapa, tiene que haber sido, aprender a caer. O para decirlo dentro de los modernos decires, ha coagulado en el candidato el instante de ver.
A partir de ahora, quiero deciros, todo depende de vuestra vacilación, porque yo mismo, vuestro Otro, trabajando todo el tiempo en sostener como semblante, lo que vosotros me habéis atribuido, no vacilaré. Supuesto al saber, al principio, tendré cara de eso.
Luego un día habrá una interpretación, que nadie sabe cómo, ni qué fue precisamente, pero hubo, que lo transforma todo.
Dejan las palabras su locura por todo, para dedicarse a muy pocos fantasmas, deja de fluir la cinta sin fin del significante, para puntuar en esa detención, el nombre y apellido, del sujeto, que aún estando en ella representado, la persigue, porque quiere ser él mismo su representante.
Después pasa el tiempo, se comprende, se habla, es decir se capacita al candidato para el acto. Para que comiencen en él todos los comienzos. Para que el sujeto en ese acto, deje de ser candidato a psicoanalista y se transforme en candidato a la muerte. Eso es concluir.

lunes, 19 de agosto de 2013

PSICOANÁLISIS

"El psicoanálisis nos ha mostrado en los destinos de la libido el factor decisivo de la salud y la enfermedad...
...los hombres enferman con igual frecuencia cuando se apartan de un ideal que cuando se esfuerzan en alcanzarlo.... (es decir por una exigencia externa o por una exigencia interna, por no poder transformar la realidad o por no poder transformarse)
...el factor común y principal... un estancamiento de la libido con todas sus consecuencias.
...Esta magnitud de la libido, que nos parece imprescindible para provocar una acción patógena, no es, desde luego, mensurable, y sólo nos es posible postularla una vez surgido el resultado patológico. Sólo en un sentido podemos determinarla más precisamente. Podemos suponer que no se trata de una cantidad absoluta, sino de la proporción entre el conjunto eficiente de libido y aquella cantidad de libido que el yo individual puede dominar...
...entre las condiciones de la salud y las de la neurosis no existe diferencia cualitativa alguna resultando que los sanos han de luchar también por alcanzar el dominio sobre su libido.
El psicoanálisis nos ha conducido a prescindir de las estériles antítesis establecidas entre los factores externos y los internos, entre el destino del individuo y su constitución, y nos ha enseñado a ver la causa de la adquisición de las neurosis en una determinada situación psíquica susceptible de ser establecida por diversos caminos."

Sigmund Freud

jueves, 6 de junio de 2013

MACEDONIO FERNANDEZ

Poema a la memoria en lo astral

(Yo todo lo voy diciendo para matar la muerte en "Ella")

TESIS: Es más Cielo la Luna que el Cielo, si una Cordialidad de la Altura es lo que buscamos.

Astro terranalicio de la luz segundaastro terranalicio de la luz dulceque con aventura extraña visitas las noches de la tierra, unas sí y otras no, pero siempre de una noche para otra con diversa libertad de visita, siempre o más breve o más deteniday cada serie de tus visitas comienzas tímidamente y mitad decreces noche a noche y mitad decreces noche a noche, haciéndote un visitante diferente de noche en noche, para en mínimo ser cual comenzaste partir a un no volver de algunos días.

Astro terranalicio de un día sí y otro no, de una vez más y otra menos, pero que no dejas nunca de serlo.

¿Para qué astro eres entonces visita de sus noches, pues no eres terrenal en tus ciertas ausencias, o es que los otros días piensas en ti sola como sólo en la tierra en las noches de tu plena luz?

Dile a un poeta que no lo sabe todo, si está hecha tu ausencia con un pensar en ti, o quizá con un lucir a otro. Porque poeta es saberlo todo.

Trechos de tu órbita la tierra no los sabe, y ella tan cierta está de algún imposible tuyo para tenerse en sus noches y este amor alternante no se enduda, en tanto en mí, hombre de continuidad en humano amor me puso incurablemente en sospecha.

Pero te amamos tanto, astro de la luz segunda, tu dulce luz tanto amamos memorizando a la tierra el sol no presente con tu luz recuerdo; yo al menos te amo tanto, que cuando vuelves ceso de creer en tu ausencia de ayer y de otros días. También como la tierra, yo creo que sólo por imposible ayer no estabas.

Astro memorioso que esmeras un día de cada dos en tocar de diurnidad la noche terrenal, cual si supieras que la memoria solar de la tierra solaricia es desfalleciente de un día a otro alternado día y si antes y después le has de hacer noches diurnales a la tierra y lo haces tú, tú que no tienes olvido por ausencia, tú que ausente por noches fías en la memoria de ti por la tierra, inquiétaste por la memoria solar de la tierra.

Tutora de la fidelidad terrenal al recuerdo del sol, en eso eres solaricia; pero eres terranalicia en tu fidelidad de compañía a la órbita de la tierra.

He comprendido un misterio tuyo pero éste no.

Terranalicia tú, solaricia la tierra ¿es que velas por toda la memoria en el mundo y amas más las memorias, por más reales, que los presentes? Aquí callo sin comprender.

¿O es que no nos vienes en tu amor sino en un menos amor y en principal cuida del amor solario de la tierra?

Cuando te veo recién arribada, alcanzado por ti nuestro borde, pareciendo vacilar allí y como a emprender un rodar a lo largo del horizonte por gustarlo, y luego te pliegas a un ascenso ¿qué nos quieres decir así?

Quedemos sin saberlo hoy también; mañana, más tarde —para qué son nuestros días sino para trabajar más y otra vez los misterios— más enérgicamente, en buena hora de mi espíritu contemplaré, escucharé el misterio de tu sentido en el misterio todo.

Cuando tú quieres ser el ojo del ciprés y con un mirar obseso aferras nuestra contemplación debemos comprenderte dolorida, tanto como cuando nosotros en un no poder ya resistir nos revolvemos como tú ahoraoh único astro que mira(pues todos los otros saetan ásperos de chispas que nunca miraron).

Oh único astro de mirada,nos revolvemos clamando hacia el no ser.

Y ya ahora te desprendiste del follaje y tiendes hacia el horizonte,te serenas, vagasy cuando la nubecilla en gran viento flota, te aguzas flecha disparada de ella vertiginosapara detenerte, serenarte cunado huiste bastante de aquel pasajero copo al que le opusiste tu fuga, caprichosa tristey complacida de tu juego y nuestro asombro, nos encaras con ligerezay en fin vas cayendo con ladeado mirar distraído hacia el borde del mundo.

Y ya te fuiste, con tus pobres dichas y quejas.En toda la andanza, sólo en el perfil de los cipreses lloraste, y tanto que pediste nuestra piedad.Y ahora por faltar tuyo un cielo sin mirada en las noches,ahora sólo habrá astros que agitan, no tú que acompañas.

Oh, sí, acompañascon cuántas gracias saltas de copa en copa siguiéndonos entre los árboles con tus saltitos de luz a sombras.

El único mirar dulce que viene de lo alto es el tuyoel chispear del viaje de indiferencia de las otras estrellas molesta y agita, y no nos mira.

Heridos de ellas, corremos a ti cuando aparecesy con dolor nuestro comienza la ausencia tuya.

Sí; porque pudiera que el móvil chispear de las estrellas sea dolor como hay dolor en nosotrospero es que tú, luna, que también sufres, miras y acompañas.

Eres más sabia o afortunada en la mitigación participante.

Qué es la luna no lo sabemos hombres y aun artistas y poetas, qué sentido tiene su ser y sus modos, su adhesión a la tierra, su seguimiento al sol, su mediación mnemónica entre la tierra y el sol y por qué quiere hacer diurnales unas y no otras de las noches terrenas, y tantas cosas más neciamente explicadas, que de ella ignoramos pero que sólo puede explicarlas la doctrina del misterio.

Que el sol te atrae, que la tierra también, que recibes la luz del sol y sin amor, por fuerza la reflejas a la tierra, éstas no son explicaciones; no se nos dice por qué el sol brilla, por qué en torno suyo gira la luna en torno de la tierra, ya que pudo ser otramente; por qué hay una luz interceptable, por qué hay una luz que tiene sombras, por qué ceden a su paso unas cosas y otras no y hay lo opaco y lo traslúcido.

Mecánica dirá por qué, pero yo no pregunto sino para qué razón para el alma, pues conciencia se anula si admite un mundo rígido, y todo el porqué físico no es más que decirme el antes de algo, o sea una evasión no una respuesta.

Lo que anhelamos explicar es qué debemos sentir y adivinar ante estos hechos, ante el comportamiento lunar, qué nos quiere decir y de qué manera concierta con el misterio total único. La espontaneidad, el acontecer libre, no es una respuesta; es un renunciamiento explicativo.

Todavía no poeta, no soy poeta, no hay poeta, pues de eso no se sabe. Hasta ahora, pues, sólo vivimos.

Debió enseñarsenos y debimos entenderlo antes que nuestro saber ignorado innato y luego nuestro acto nos hicieran gustar por primera vez el pecho materno. ¿Pero cómo, se dirá, ha de esperar el niño a conocer el sentido de la luna para empezar a nutrirse, si en tanto morirá? ¿Pero por qué, digo yo, ha de precisar nutrirse antes de entender el sentido de la luna y se ha de morir si deja lo uno por lo otro? La ciencia nada explica, es evidente; pero el poeta no lo dijo nunca tampoco, aún.

Y yo miraré la próxima luna todavía sin entenderla.

Oh luna, que puede amarse, bien me pareces pobrecita del cielo.

domingo, 28 de abril de 2013


Psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado: una grieta política

Et sane arduum debet esse, quod adeo raro reperitur.[1]

En esta página no importa tanto de dónde surge la dicotomía psicoanálisis puro-psicoanálisis aplicado. Importa más bien hacia dónde puede llegar a ir. El problema es el que ya señalara Miller: «lo que hace falta es que el psicoanálisis aplicado a la terapia siga siendo psicoanálisis y que se preocupara por su identidad psicoanalítica.»


Una de las actividades mejores para extraer una enseñanza es el comentario de textos (que no es una simple lectura a la letra, confundir ambas cosas implica olvidar aquello de Quignard de que «la traducción infiel es palabra por palabra infiel.») Esa actividad se puede ejercer incluso sobre textos imaginarios, inventando problemas. El comentario es siempre, de todas formas, una manera de plantearse problemas, de inventar, a través de la repetición, algo nuevo. Eso sin olvidar, como señala Miller, que el texto tiene, sin embargo, una estructura única, y que debemos entonces tener como meta que hay una sola lectura buena.

Se puede comenzar imaginando, por lo tanto, dos definiciones radicales. La primera rezaría lo siguiente: todo psicoanálisis es psicoanálisis puro. La segunda es, al parecer, enteramente opuesta: todo psicoanálisis es psicoanálisis aplicado. Trabajar sobre la aparente contradicción puede ser fructífero, sobre todo para echar luz sobre la grieta política que se abre a partir de la dicotomía.

Entonces, a partir de esas dos sentencias aparentemente contradictorias, se puede seguir un camino breve pero orientado (que es lo que más importa) y buscar en él algunas proposiciones no menos radicales que se desprenderían de las otras. El punto de partida es considerar que la contradicción es enteramente aparente y que ambas sentencias son correctas al mismo tiempo. Las proposiciones que se desprenden a partir de ellas son múltiples. Aquí subrayaremos cuatro.

Primera proposición: no es lo mismo tratar la actualidad por el psicoanálisis que el psicoanálisis por la actualidad.

Parece perogrullada, y, sin embargo, es fácil el deslizamiento de un lado al otro de la proposición. La actualidad entra en el consultorio porque el consultorio está ubicado en un tiempo y en un espacio. Por eso el psicoanálisis es siempre psicoanálisis aplicado y no es nunca una torre de marfil (temor que a muchos los hace considerar con desconfianza al psicoanálisis puro), pero es psicoanálisis con la condición de tener como horizonte el psicoanálisis puro. Esto quiere decir que lo que más importa no es el adjetivo, sino el sustantivo. Dejar que nos condujeran los ideales terapéuticos actuales subrayando los adjetivos implica generar una grieta dentro del psicoanálisis. Generar una grieta y perder de vista la identidad del psicoanálisis. Ello implica responder a la demanda social resignando lo que hace psicoanálisis al psicoanálisis.

(A las dos opciones mencionadas aquí se le agrega una tercera, delirante, que es la de Cottraux, uno de los coautores del Libro negro: se trata de echarle la culpa al psicoanálisis por la actualidad -dice, por ejemplo, que la decadencia del Estado es culpa del psicoanálisis. Esta tercera opción vale la pena considerarla sólo como witz.)

Segunda proposición: en el abuso de la dicotomía está escondida la voluntad de hacer del psicoanálisis una técnica (o la imposibilidad de soportar que no lo fuera.)

La dicotomía entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado es un problema porque genera una grieta en la cual se introduce con facilidad, para guarecerse en ella, el temor al enigma del sujeto que se despliega en la opacidad de un síntoma. Se trata de una grieta dentro del mismo psicoanálisis y por la cual se cuelan con facilidad los ideales de eficacia en breve lapso, funcionalidad, etcétera; ideales que configuran una posición política que va en detrimento del sujeto y a favor de los estándares ortopédicos con los cuales sostener consumidores funcionales. Es fácil aprovechar la distinción entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado para, sencillamente, borrar la dimensión del psicoanálisis mismo. Se trata de una grieta por la cual se introduce en el psicoanálisis, silenciosamente, otra lógica que no es la del psicoanálisis y que aborrece su ironía, su escepticismo, su irreverencia; esas características antimodernas que Miller subrayó en el anti-libro negro.

Tercera proposición: hay falsos problemas que se desprenden de una falta ética.

Una falta ética es, por ejemplo, descargar sobre las características de la actualidad algo que depende de la característica del objeto con el cual trabaja el psicoanálisis y que es el que lo orienta. Ese algo que le hacía a Lacan preservar la dimensión de la insatisfacción en sus formulaciones teóricas y eso que mencionó al final de su vida y que se entendió tan mal muchas veces: la idea del psicoanálisis como impostura. Lo real huye, tiene su consistencia propia, tiene su resistencia propia. Hoy y siempre. Más allá de las características particulares de la actualidad, más allá de las formas cambiantes de las presentaciones clínicas, no hay que olvidar eso otro, que le da su carácter específico a la profesión imposible del psicoanálisis.

El psicoanálisis es una experiencia y también un acto. Hay una pregunta que se repite de tanto en tanto: ¿el psicoanálisis lee un sujeto ya escrito o escribe un nuevo sujeto? Es acto, sobre todo, porque escribe un nuevo sujeto, y si no lo escribiera no sería psicoanálisis.

Esa escritura no es fácil, porque implica sostener todo el tiempo al sujeto. Esa escritura es tan difícil como la escritura verdadera de una página cualquiera. No es escritura el simple derroche de palabras: la escritura debe ser parida para ser verdadera escritura, pese a que la mayoría busca la salida fácil de la cesárea verbal. Esa salida fácil es coherente con los ideales terapéuticos actuales.

Cuarta proposición: convendría remplazar la dicotomía entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado por otra dicotomía que no pusiera en entredicho la identidad del psicoanálisis. Una dicotomía aceptable parece ser la que distingue los efectos terapéuticos y los efectos psicoanalíticos dentro de un psicoanálisis.

Esta cuarta proposición se trata de una proposición en el sentido de propuesta más que en el sentido de oración, enunciado o afirmación. Remplazar la dicotomía psicoanálisis puro-psicoanálisis aplicado por esta otra permite no perder de vista que ambos tipos de efectos ocurren siempre dentro de un psicoanálisis. Como se sabe, ambos tipos de efectos se relacionan de distintas maneras a lo largo de un psicoanálisis: no se pierde la identidad del mismo cuando se mantiene cierto equilibrio y no se sucumbe ante los ideales, cualesquiera que fueran, pero sobre todo los ideales terapéuticos, evaluables y mensurables de actualidad.
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En uno de los dos artículos que publicara en L’anti livre noir de la psychanalyse, Clotilde Leguil-Badal se preguntaba de dónde surge la infatuación que generan en el público general las neurociencias que pretenden revelarnos todo sobre el ser humano. Una de las posibles respuestas tiene que ver ciertamente con la responsabilidad, y es la respuesta que explica aquello que en el mismo artículo llamó la paradoja de la época relacionada con el sujeto. Esa misma respuesta explica también la peligrosidad de la grieta política que genera la dicotomía entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado. En esa grieta pueden escudarse, dentro del psicoanálisis y silenciosamente, los mismos temores que generan la infatuación del gran público. No es fácil sostener al sujeto todo el tiempo, con su particularidad y sus enigmas. Más nos vale estar advertidos de las grietas y repetir el epígrafe de esta página, que constituye a su vez la última línea de la Ética de Spinoza.

[1] Y arduo debe ser lo que tan raramente se encuentra.

Sebastián Alejandro Digirónimo