La experiencia del psicoanálisis con
estos pacientes, nos ha demostrado que si el paciente acepta que es una persona
con problemas psíquicos y que por lo tanto debe tratar su mente, la solución de
su problema se vuelve palpable.
Es necesario que sepa que si madura psicológicamente, irá tomando las
riendas de su vida y dejando atrás la situación que antes lo manejaba a él. El adicto no es un inmoral, ni está
condenado por sus abusos sociales, amorosos o familiares, a no curarse. El
consultante desde la posición de condenado espera encontrar en el especialista
un milagro. Primer error, el especialista no es Dios, el segundo error es la
creencia en el especialista de que podría hacer más.
La vivencia de incompletud pone en marcha una estrategia restitutiva
tendiente a recuperar un estado ideal perdido.
El alcohol parece investir un deseo obturando “una ausencia”, que en la
fascinación que él mismo despierta, restituye en el propio cuerpo su presencia.
Encuentran un lugar fallido en la búsqueda engañosa de lo paradisíaco y de la
satisfacción narcisista y total del deseo, como evitación de angustia, el
displacer y la indefensión.
El alcohol es la tendencia a la
reducción total de las tensiones. A través de él, creen alcanzar un mayor
acceso al goce. Lo erógeno no halla su lugar, los caminos preliminares se
pierden por diferentes derroteros. El alcoholismo está afectado por el mismo
régimen que la melancolía. Al considerarlo una enfermedad y poner el énfasis en
el objeto droga, se niega el carácter sintomático, significante, de toda
adicción.
El ideal del yo se confunde con el yo
después de haber ejercido sobre él un riguroso dominio, lo que produce un
sentimiento de triunfo y satisfacción no perturbado por crítica alguna, se
siente libre de toda inhibición y al abrigo de todo reproche o remordimiento.
Tanto en la manía como en la intoxicación alcohólica hay un ahorro de energía
de represión, que queda disponible para cualquier actividad y una elevación del
estado de ánimo.
El alcohólico como cualquier adicto, consigue
que lo que le falte sea un objeto consistente, en el síndrome de abstinencia. La
idea de un masoquismo irreductible a un retorno al sadismo en contra del propio
sujeto, sólo fue admitida una vez establecida la hipótesis de la pulsión de
muerte. El objeto propio del deseo es siempre masoquista.
El efecto perjudicial del consumo se manifiesta
de forma estable. Se observa por el modo repetido en que los efectos del
consumo aparecen, una y otra vez en el sujeto, tanto en sus emociones, como en
sus conductas visibles o en funcionamiento de su personalidad, incluso en sus
relaciones sociales y laborales.
Freud dirá que la repetición es el “más
allá del principio del placer”, tendencia ésta que nunca logra su objetivo.
¿Porqué si sufre repite? Todo displacer es un placer que no puede ser
reconocido como tal. Sacarles el sufrimiento es dejarlos vacíos, por eso los
pacientes no quieren curarse. La repetición es la manera de formular lo
informulable de la pulsión de muerte. Una pulsión sería un esfuerzo inherente a
lo orgánico vivo de reproducir un estado anterior que lo vivo debió resignar,
bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas.
Se trata entonces, de un retorno
ocasionado por la falta de goce. Pero si no hay otra manera de retornar más que
por los carriles que traza el significante, a lo que se retorna no es al goce,
sino a su pérdida. Así la repetición está fundada sobre un retorno al goce, y
se produce en esto algo que es defecto, fracaso.
Lo único que puede ser rectificable en
un análisis es el goce, pues el fin de la pulsión es siempre la satisfacción,
el goce. Pero es diferente el goce siempre inconsciente e imposible, que el
goce del síntoma. Es diferente el goce del retorno de lo inconsciente, es decir
el goce de la repetición, que el goce del retorno de lo reprimido.
De lo que se trata en psicoanálisis, es
de la realización del sujeto de su historia en relación con su futuro. Se trata
de alcanzar la verdad del sujeto.
“La droga no crea nada, ni monstruos, ni
genios, ella se ocupa de destruir, también lo que no existe”
LIC. LUCIA C. SERRANO – PSICOANALISTA
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