domingo, 29 de septiembre de 2013

POESÍA Y PSICOANÁLISIS (1971-1991)
20 años de la historia del Grupo Cero
1988 - MADRID
PROPUESTA DIDÁCTICA
Lo digo de esta manera en el intento de diferenciar lo grupal, de lo institucional. Es decir esto que escribo es una carta dirigida al Grupo Cero, de las circunstancias que me llevaron y me mantienen en la dirección de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
Lo primero que se me ocurre decir es, que dirigir una institución es función para alguien que tenga algo en la cabeza, como mínimo cuáles son los objetivos de la institución que dirige, y yo, debo decirlo, no tengo nada en la cabeza, a no ser en las semanas más terribles los números de la loto, o las cantidades de dinero que me faltan o que tengo para vivir. El resto, teorías, ideologías, formas y rumbos de una dirección, todo eso, está, para mí, en los libros y es muy malo cuando estas cosas pasan de los libros a la cabeza de la gente.
Es decir, que estoy a punto de confesar haber cometido, por lo menos en apariencia, un error: haber coordinado una institución como si fuera un grupo, en lugar de dirigirla. Sin embargo, los efectos bajo esa forma de dirección no son desechables. Sino más bien, en su mayoría rectificables y con capacidad de transformación. Quiero explicarme: un día, para que todo fuera posible, tuve que cambiar de manera de vestir, luego tuve que cambiar de manera de follar, luego tuve que cambiar mis maneras de usar el dinero, pero ahora, para que todo siga siendo posible, tengo que cambiar de manera de ser. Es decir dejar de lado, por ahora, esas tonterías del ser, y ponerme a trabajar como una bestia en el intento de formar a esas treinta bestias que me rodean, por ser director de una escuela de psicoanálisis. Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir en psicoanálisis sólo es posible en el marco de la transferencia analítica.
No es, entonces, sencillamente que me enfrento a 30 alumnos que vienen para conocer mis conocimientos. Estas treinta pasiones están ahí, donde están, por muy otra cosa. Son treinta combatientes que antes de serlo para alguna causa, lo serán en la tarea única a la cual los invito para transmitirles, eliminarme.
Vienen por un saber que desconozco y harán brotar de mí, lo que no poseo. Mi vida, de aceptar el contrato, también dependería de ellos. Tarea ardua la del guía que desconociendo el camino, sólo confía, dejándose llevar por el conjunto de esas pasiones, absolutamente incapaces de distinguir un desierto de un poblado. Sé que todo el trayecto estará plagado de descubrimientos y fiestas. Cada desierto, cualquier desierto, será un descubrimiento, todo poblado, cualquier poblado, será una fiesta. Algo se alcanzará y algo se perderá en el próximo paso.
Y el que quiera quedarse con el paso anterior, contenerlo, aunque superado, no solo será hegeliano, sino que terminará sucumbiendo víctima de su propia pereza.
Veinte años posicionado ahí, deseando eso y lo conseguirás, a mí me lo dijeron cuando mostré mis primeros cuadros y ahí, ya estoy en la mitad del recorrido y ahora yo les transmito a ustedes el mismo decir, haciéndolo psicoanalítico.
Después todavía faltará afinar el estilo, preparar, aún, un buen decir para la muerte.

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2969)

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2965)
La escritura no es un lujo o algo obligatorio, es condición de posibilidad. Pero no es necesario que escriban todos, ni que se sientan obligados a ello. Alguien escribirá y esa será nuestra escritura. Y escritura no sólo es álgebra sino fundamentalmente poesía.
Ejemplo didáctico:
Cuando se abran los vientres, yo no tomaré nada.
Entre los despedazados cuerpos confusos y alertas,
entre la poca realidad, lo negro, la débil vida,
amante del cuerpo de la letra, diré mis palabras.
Vengo de aquí, soy de aquí mismo, roca de soledad:
Nací en vuestra mirada, nací en vuestra impudicia.
Nací como una fuente enloquecida, aguas del deseo,
para dejar palabras, voz de la poesía, en libertad.
Tengo, por haber atravesado los confines del hombre,
por haberme deslizado en la mirada de la muerte,
algo del universo, una partícula de infinito en mi voz.
Vengo de aquí, soy de tus propias entrañas, el eco,
alucinado y luminoso de tu propio silencio oscuro,
el eco donde el tiempo, arrasa la memoria.
Conclusión posible: Lo que ustedes me demandan es harto complejo. La poesía califica vuestra demanda de imposible, por alucinada y silenciosa. Pero es precisamente ahí, donde más honda es vuestra preocupación, ahí, precisamente, donde nada de lo que os proponíais es posible, ahí, os digo, precisamente, habéis dado vuestro primer paso en el campo predilecto del psicoanálisis: lo imposible, lo nunca sido que hace sus efectos, lo que habrá sido, es hoy.
Felicito, entonces, a aquellos de ustedes, que deseen encontrarse conmigo en lo que yo denomino mi lugar de trabajo. Todos los días subiremos al cuadrilátero donde el sujeto cuadra su ser desaparecido por haber entrado segundo en las dos únicas competencias en las cuales se le dejará participar como sujeto. Barrido primero y eclipsado después, es segundo de su imagen (aún suya) y segundo de la palabra (ya del Otro).
No subiremos al cuadrilátero para combatir, ni daremos vueltas empecinadamente entre los redondeles, anudándolos en diferentes posiciones para vencernos, pero, la verdad es que combatiremos y venceremos. Y eso será un largo recorrido, cuando ya no haya por qué combatir, ni a quién vencer, comenzará el psicoanálisis. La pulsión de muerte generalmente muda, la mayoría de las veces sorda y ciega, se manifiesta a los gritos y bajo las formas más increíbles de aparición, en todo proceso de transmisión del psicoanálisis.
Así que, en principio, el candidato tendrá que combatir y será siempre vencido. Su aprendizaje que, ahora, el mismo candidato puede utilizar para autorizarse a la segunda etapa, tiene que haber sido, aprender a caer. O para decirlo dentro de los modernos decires, ha coagulado en el candidato el instante de ver.
A partir de ahora, quiero deciros, todo depende de vuestra vacilación, porque yo mismo, vuestro Otro, trabajando todo el tiempo en sostener como semblante, lo que vosotros me habéis atribuido, no vacilaré. Supuesto al saber, al principio, tendré cara de eso.
Luego un día habrá una interpretación, que nadie sabe cómo, ni qué fue precisamente, pero hubo, que lo transforma todo.
Dejan las palabras su locura por todo, para dedicarse a muy pocos fantasmas, deja de fluir la cinta sin fin del significante, para puntuar en esa detención, el nombre y apellido, del sujeto, que aún estando en ella representado, la persigue, porque quiere ser él mismo su representante.
Después pasa el tiempo, se comprende, se habla, es decir se capacita al candidato para el acto. Para que comiencen en él todos los comienzos. Para que el sujeto en ese acto, deje de ser candidato a psicoanalista y se transforme en candidato a la muerte. Eso es concluir.